En una pequeña localidad costera, había un viejo hangar olvidado, estaba escondido y cubierto de maleza, rodeado por la brisa marina que susurraba secretos antiguos. Raúl decidió ir explorar ese lugar misterioso después de escuchar rumores sobre él entre los niños del pueblo. Con cada paso, hacia el hangar sentía cómo su corazón latía más rápido ante la curiosidad creciente.
Al abrir la puerta chirriante con un empujón valiente, entró y dio unos pocos pasos para encontrarse con esa impresionante vista, un avión permanecía solitario bajo la tenue luz que entraba por las claraboyas del techo roto, podía visualizarlo volando alto en el cielo azul lleno de nubes suaves como algodón.
El hangar era amplio y oscuro en su interior; las estructuras de madera crujían como si aún sonaran motores pasados, cuando aviones ruidosos zumbaban alegremente por el aire.
Las herramientas estaban esparcidas en mesas polvorientas junto a unas antiguas fotografías de pilotos sonriendo mientras lucían orgullosamente frente a sus aeronaves.
Ese viejo avión que alguna vez surcó los cielos con orgullo, tenía su pintura amarilla desvanecida por el paso del tiempo, sus las alas parecían cabizbajas y desvencijadas, estaban llenas de rasguños y óxido, aunque orgullosas de las hazañas que en tiempos lejanos habían hecho.
Ese viejo avión que alguna vez surcó los cielos con orgullo, tenía su pintura amarilla desvanecida por el paso del tiempo, sus las alas parecían cabizbajas y desvencijadas, estaban llenas de rasguños y óxido, aunque orgullosas de las hazañas que en tiempos lejanos habían hecho.
El aire del hangar olía a aceite rancio pasado y nostalgia, que se impregnaba en esas viejas vigas de madera repletas recuerdos singulares.
Ese avión estaba lleno de telarañas y polvo por el paso del tiempo, en ese viejo aparato, estaba grabado y medio borrado un nombre: Ciclón, debía ser como se llamaba la aeronave, en otros tiempos, su fuselaje oxidado por la corrosión del mar, sería amarillo brillante, como los rayos de sol, hoy desgastada, con alas que parecían haber olvidado cómo volar. Las ventanas estaban cubiertas por unas cortinillas deshilachadas, rotas y grisáceas por la suciedad y el polvo, los cristales rotos, pero en cada rincón susurraban historias, de tiempo mejores.
Como era un niño curioso y aventurero, desató su curiosidad en ese lugar solitario. Al ver a Ciclón tirado allí, decidió buscar a su abuelo Felipe, que había sido un gran mecánico, que había trabajado con aviones toda su vida, corrió a su casa, llegando muy sofocado y hablando muy rápido a su abuelo, le pidió que le acompañara, para enseñar lo que había encontrado, su abuelo Felipe que así se llamaba, sonrió, como si ya supiese de que le estaban hablando.
Cuando llegó al hangar con su abuelo, el pobre hombre iba muy sofocado de la carrera con que le había llevado el crio.
le pidió por favor ayuda para repararlo, al hombre le dio un salto el corazón, al ver que se trataba de su viejo amigo, por lo que volvió a sonreir.
Raúl, con mucha efusión, comenzó a fregar el avión, y juntos le quitaron las telarañas y la suciedad, y pronto comenzaron a examinar cada rincón del antiguo motor, los dos juntos limpiaron las piezas oxidadas, estudiando los planos antiguos, con ingenio y conocimiento de mecánica, el hombre utilizó todas sus habilidades para reparar lo que se había estropeado, que era todo, por el paso del tiempo e instaló nuevas piezas, encontradas en otros aviones olvidados alrededor del hangar, al final entre los dos, pasaron muchas horas trabajando hasta dejar el avión casi impecable, cuando pusieron en marcha el viejo aparato, el motor rugió como un Ciclón, de ahí, le venía su nombre.
Una vez que estaba listo para volar, Raúl no podía contener su entusiasmo, aplaudía, saltaba, gritaba, reía y sus ojos brillaban como si tuviera estrellas dentro, con la ilusión renovada, durante semanas compartieron ideas y pensaron cómo volver a pintar, decorar y ponerle guapo, dejando al aparato como nuevo.
Otro día, mientras el abuelo revisaba los instrumentos de a bordo, encontró un compartimento oculto, al abrirlo, encontró un antiguo mapa lleno de estrellas y una extraña escritura que parecía estar en otro idioma, el abuelo decidió investigar más sobre aquel asunto.
le pareció, que eso era un plano para construir una máquina del tiempo, y decidió seguirlo al pie de la letra para poder viajar en el tiempo o a otras dimensiones, o lugares desconocidos, y estaba decidido a poner en marcha esa idea para realizar ese viaje espacial, eso era importante.
El abuelo quería dar una sorpresa al niño, y no reparó a Ciclón como un avión, sino fue un paso más allá, y lo convirtió en la máquina del tiempo, que debetría haber sido, en algún momento.
Talvez, estaba tan estropeado por culpa de algún intento, pero no se lo dijo al niño, porque le quería dar una sorpresa.
Cuando Felipe decidió que Ciclón, estaba acabado, listo para volar nuevamente, y preparado para surcar no solo los cielos sino también el tiempo mismo, decidió que podrían ir a cualquier tiempo y lugar, como a otros planetas, a Raúl le fascinaban las historias de extraterrestres, y estaba decidido a complacerle.
Cuando el abuelo le informó del proyecto, y como lo harían, el niño no lo podía creer, era el viaje de sus sueños, y sus ojos se abrieron e iluminaron como el sol
Finalmente llegó el gran día: todo estaba listo para despegar hacia aventuras inimaginables, y a la mañana siguiente, muy temprano, los dos se dispusieron a iniciar un viaje a lo desconocido.
Cuando Felipe decidió que Ciclón, estaba acabado, listo para volar nuevamente, y preparado para surcar no solo los cielos sino también el tiempo mismo, decidió que podrían ir a cualquier tiempo y lugar, como a otros planetas, a Raúl le fascinaban las historias de extraterrestres, y estaba decidido a complacerle.
Cuando el abuelo le informó del proyecto, y como lo harían, el niño no lo podía creer, era el viaje de sus sueños, y sus ojos se abrieron e iluminaron como el sol
Finalmente llegó el gran día: todo estaba listo para despegar hacia aventuras inimaginables, y a la mañana siguiente, muy temprano, los dos se dispusieron a iniciar un viaje a lo desconocido.
el piloto colocó al niño un y traje y un equipo de minipiloto y el se vistió con el suyo que aún le servía, después de tantos años, y que no se había deshecho de él, por nostalgia.
Aclaraba un hermoso amanecer, cuando ambos en sus asientos se abrocharon el cinturón de seguridad, Felipe arrancó los motores, y tocando un montón de botones, Ciclón empezó a temblar y a sonar como si fuera a explotar.
Aclaraba un hermoso amanecer, cuando ambos en sus asientos se abrocharon el cinturón de seguridad, Felipe arrancó los motores, y tocando un montón de botones, Ciclón empezó a temblar y a sonar como si fuera a explotar.
Ambos emocionados ante la idea de lo que podría haber más allá de las nubes donde se cree que hay habitantes de otros mundos y son viajeros muy especiales, que a veces nos visitan en sus naves conocidas como OVNIS.
Y comenzó a iniciar su vuelo mágico a través del cielo, despegando, las luces parpadeaban mientras ascendían entre nubes plateadas cargadas con destellos coloridos; giraban danzantes dibujando arcoíris efervescentes, ansiosos por todos lados, hasta poder llegar a tierras lejanas nunca soñadas anteriormente.
De repente como un ciclón, desapareció en el cielo, cuando al poco tiempo, aterrizaron en un lugar muy raro, no era la tierra, se sorprendieron al ver que estaban rodeados por paisajes de color fosforito, vibrantes y ácidos, todo eran colores intensos. Del suelo emergían montañas altas cubiertas de algo morado eran quebradizas, y estaban llenas de caminos serpenteantes cruzados por puentes plateados, y esos ríos no eran de agua, sino de algo parecido a mercurio, cuyas brillantes gotas reflejaban rayos extraños, que deslumbraban, hasta con las gafas especiales que llevaban.
Cuando Raúl, vio aquello por las ventanillas, se puso nervioso, no sabia donde estaban, ni que podía pasar, aquello era un plantea desconocido, y pronto se vieron rodeados de unos de simpáticos hombrecillos bajitos verdes con grandes ojos saltones que les observaban con muchas curiosidad.
Como empezaron a saludar con las manos, en son de paz, decidieron bajar de la aeronave, y con mucha precaución y cuidado, descendieron por la escalera agarrados de la mano.
Los hombrecillos verdes, les regalaban piedras brillantes, que ellos cogían con agradecimiento, no podían rechazar, mediante señas, hicieron que les acompañaran a una ciudad suspendida en el aire, donde había muchos personajes como ellos de diferentes tamaños.
Y Así, fue como el pequeño Raúl y abuelo empezaron sus divertidas visitas a ese mundo encantador, donde la amistad era su forma de vida, así como a otros lugares y épocas diferentes.
Y comenzó a iniciar su vuelo mágico a través del cielo, despegando, las luces parpadeaban mientras ascendían entre nubes plateadas cargadas con destellos coloridos; giraban danzantes dibujando arcoíris efervescentes, ansiosos por todos lados, hasta poder llegar a tierras lejanas nunca soñadas anteriormente.
De repente como un ciclón, desapareció en el cielo, cuando al poco tiempo, aterrizaron en un lugar muy raro, no era la tierra, se sorprendieron al ver que estaban rodeados por paisajes de color fosforito, vibrantes y ácidos, todo eran colores intensos. Del suelo emergían montañas altas cubiertas de algo morado eran quebradizas, y estaban llenas de caminos serpenteantes cruzados por puentes plateados, y esos ríos no eran de agua, sino de algo parecido a mercurio, cuyas brillantes gotas reflejaban rayos extraños, que deslumbraban, hasta con las gafas especiales que llevaban.
Cuando Raúl, vio aquello por las ventanillas, se puso nervioso, no sabia donde estaban, ni que podía pasar, aquello era un plantea desconocido, y pronto se vieron rodeados de unos de simpáticos hombrecillos bajitos verdes con grandes ojos saltones que les observaban con muchas curiosidad.
Como empezaron a saludar con las manos, en son de paz, decidieron bajar de la aeronave, y con mucha precaución y cuidado, descendieron por la escalera agarrados de la mano.
Los hombrecillos verdes, les regalaban piedras brillantes, que ellos cogían con agradecimiento, no podían rechazar, mediante señas, hicieron que les acompañaran a una ciudad suspendida en el aire, donde había muchos personajes como ellos de diferentes tamaños.
Y Así, fue como el pequeño Raúl y abuelo empezaron sus divertidas visitas a ese mundo encantador, donde la amistad era su forma de vida, así como a otros lugares y épocas diferentes.
BukarteZ 2013