PEPITA CALABAZA
En una aldea entre montañas, vivía una familia de calabazas, el papá calabaza, la mamá calabaza y sus tres hijas; Berta, Susi y Pepita, durante todo el año, estaban ansiosos porque llegara Halloween, pues era la fiesta que más les gustaba a todos menos a Pepita.
Todos los años se disfrazaban y bajaban a la ciudad para disfrutar de esa noche tan especial, porque en Halloween se juntaban con sus amigas las brujas, los zombis, los esqueletos, las momias, los fantasmas y monstruos en general, para asustar y pedir caramelos con el juego de truco o trato.
Sin embargo, Pepita que siempre estaba leyendo cuentos, en uno de ellos encontró que los humanos, a veces utilizaban calabazas como adornos en sus puertas, y cortaban las cucurbitáceas clavando un cuchillo para vaciarlas y crear ojos y una gran boca con dientes, para usarlas como recipientes donde colocar una vela, y de esa manera dar un ambiente mas tenebroso a sus casas, eso era más terrorífico, que todos los disfraces del mundo, y esa era la razón, por la que Pepita tenía pánico a esa fiesta y no quería salir de su casa.
Como sus padres insistían mucho, todos los años para que se uniera a ellos y bajar a la ciudad la noche de Halloween, y sus hermanas decían que era muy divertido, decidió llenarse de valor y ponerse el disfraz que su madre le había cosido para disfrazarla de espantapájaros y que no se notara que era una calabaza.
Por fin, llegó la noche tan esperada y toda la familia se dispuso a bajar a la ciudad, y ya desde lejos, se podía ver como las casas tenían un aspecto horrible, que las luces estaban medio apagadas, y todo estaba iluminado por velas y antorchas, y Pepita solo con el panorama que se le venía encima temblaba como una hoja que el viento mueve en otoño.
Según se iban acercando a la ciudad, se podía disfrutar del olor de las chimeneas que por el frío estaban todas encendidas y como el humo, salía por las chimeneas, y no solo olía a leña quemada, sino también a castañas, patatas, batatas y boniatos que los humanos asaban al amor de la lumbre.
Pepita se puso en medio de su papá y su mamá, agarrándoles fuertemente para que no le pasara nada, pues seguía temblorosa y aterrada, de repente se vieron metidos en el jaleo, todos iban por la calle gritando y asustando a todo lo que se movía, unos con las cestitas llenas de golosinas y otras todavía no tanto.
Sus papás se encontraron con sus amigos en el punto de encuentro, donde una vez al año se reunían para saludarse, y poner al día de sus vidas . para juntos pasar una noche divertida. Cuando se dispusieron a saludarse, soltaron a Pepita y ella se puso a un lado, pero pasó algo inesperado, aunque ella tenía mucha precaución de no separarse, una ola de disfrazados pasaron corriendo y se la llevaron en volandas mezclada en el tumulto, sus padres que andaban distraídos no se dieron cuenta de lo que estaba pasando.
Al cabo de un rato, esa marabunta se separó y Pepita se encontró, sola en medio de la calle, rodeada de monstruos, zombis y demás horripilantes máscaras, temblando y llorando de miedo salió corriendo y se escondió en un portal, y de repente se abrió la puerta, llevándose Pepita otro gran susto, cuando vio aparecer una bruja muy fea.
La brujita al ver al espantapájaros tan asustado, le preguntó que le pasaba, pero Pepita no era capaz de articular palabra, y cada vez su sollozo era mayor al igual que su temblor, la brujita al ver el panorama, se agachó, se quitó su gran sombrero de punta para no dar tanto miedo.
Sin embargo, Pepita lo único que veía en su imaginación era a una pequeña humana, cuchillo en mano, dispuesta a quitarle todas sus pipas.
la brujita no como no sabía que hacer, lo único que se le ocurrió era abrazar y dar besito al espantapájaros, con tanta efusión que le arrancó la cabeza, cayendo Pepita al suelo, y eso sí que asustó a la brujita que dando un gran salto y un grito se separó como si de un muelle se tratara.
Pepita cada vez lloraba más fuerte, y el terror era mayor, ahora estaba perdida, ya conocían su verdadera identidad, la brujita le volvió a hablar con cariño, que no llorase que ella no le haría daño y solo quería ayudarle, por lo que Pepita poco a poco dejó de llorar y le contó lo que le había sucedido.
la brujita volvió ayudar a vestir a Pepita y ella se puso su gran sombrero de bruja, recogió su cestita vacía y las dos juntas se fueron a llamar por las puertas para decir truco o trato.
Al poco tiempo, Pepita no daba crédito a sus ojos, pues la cestita como por harte de magia de la pequeña bruja, se había llenado de dulces, chuches, caramelos y golosinas con forma de ojos, dedos, y cosas raras.
Las dos siguieron llamando por las puerta para decir truco o trato, y de repente al dar la vuelta a una esquina, se toparon de bruces con su familia, que alegría tan grande para todos y que tranquilidad sintió la calabacita al verse otra vez protegida por su familia, Pepita presentó a su nueva amiga a sus hermanas y las cuatro siguieron asustando y jugando a truco o trato, volviendo a reunirse en el mismo lugar una hora después, como era muy tarde todos acompañaron a la brujita a su casa.
De vuelta a la montaña, todos iban muy contentos porque después del gran susto que habían pasado, que ese si había sido un susto de los grandes, el cual no se esperaban, Pepita, por fin había dejado de tener miedo a la noche de Halloween y al año siguiente todos volverían a la ciudad a reunirse con los amigos de sus papás y las calabacitas con su amiga la brujita, que a saber de que iría disfrazada.
Bukartez 2024
Al poco tiempo, Pepita no daba crédito a sus ojos, pues la cestita como por harte de magia de la pequeña bruja, se había llenado de dulces, chuches, caramelos y golosinas con forma de ojos, dedos, y cosas raras.
Las dos siguieron llamando por las puerta para decir truco o trato, y de repente al dar la vuelta a una esquina, se toparon de bruces con su familia, que alegría tan grande para todos y que tranquilidad sintió la calabacita al verse otra vez protegida por su familia, Pepita presentó a su nueva amiga a sus hermanas y las cuatro siguieron asustando y jugando a truco o trato, volviendo a reunirse en el mismo lugar una hora después, como era muy tarde todos acompañaron a la brujita a su casa.
De vuelta a la montaña, todos iban muy contentos porque después del gran susto que habían pasado, que ese si había sido un susto de los grandes, el cual no se esperaban, Pepita, por fin había dejado de tener miedo a la noche de Halloween y al año siguiente todos volverían a la ciudad a reunirse con los amigos de sus papás y las calabacitas con su amiga la brujita, que a saber de que iría disfrazada.
Bukartez 2024
