Había una vez un hada llamada Violeta que vivía en un mágico bosque de hadas, viven en lugares hermosos, llenos de flores brillantes y árboles susurrantes, donde el sol se filtraba creando arcoíris luminosos entre las hojas.
Un día, mientras volaba sobre el río, persiguiendo unas libélulas, que eran sus amigas y jugaban al pilla pilla, vio a un humano llamado Jorge buscando setas.
Era diferente a los demás, pues mientras paseaba, silbaba, siendo su alegría contagiosa y tenía una conexión especial con la naturaleza, nunca el hada había sentido una atracción igual por un humano.
Decidida a ser parte de su mundo, Violeta pidió ayuda a su amiga el Hada de los Dientes, y le pidió que como hacía magia, le ayudase a convertirse en humana, y su amiga le dijo que eso no era su trabajo, que ella solo se llevaba los dientes de leche a cambio de regalos, como en ratoncito Pérez, pero que podía intentara hablar con la abuela hada, que le advirtió que si le iba mal, el hechizo era para siempre y no había vuelta a atrás, que debía estar segura que el muchacho sentía, la misma atracción que ella.
Violeta estaba decidida a arriesgarse y dijo a la abuela del bosque, que sí estaba dispuesta a intentar conquistar al recolector de setas, pero la sabia abuela, le dijo que antes, se presentara en forma de hada para ver como reaccionaba el hombre.
Esperó a que volviese a recolectar y mientras iba silbando, y cortando los hongos, Violeta se sentí encima de una seta, para ver la reacción del hombre, pero no fue buena idea, pues el recolector también quiso recolectar al hada para meterla en una jaula, con tan buena suerte que pasaba por allí una hurraca y le sobrevoló por encima de la cabeza, y el hadita salió volando y se perdió entre las ramas de los abetos.
De vuelta el hombre a su casa, no podía creer lo que había visto, y quería volver otro día para con suerte volver a encontrar al hada, y esta vez, la hablaría delicadamente, sin intentar atraparla, pues era muy frágil y la podía hacer daño.
El hombre volvió al bosque, pero esta vez, no silbaba, sino que iba llamando al hada, y diciendo en voz alta, que no la iba atrapar ni hacer daño, que saliera a su encuentro. El hada le iba siguiendo entre las ramas con precaución a la vez que escuchaba lo que decía.
Como parecía que no había peligro, se puso a volar, a su lado, el hombre, le repitió, que no la haría daño que solo quería conocerla, era la primera vez, que veía un hada.
Siguieron viéndose, en sus respectivas apariencias, y el hombre dijo que su nombre era Martín, y poco a poco se fue enamorando del hada Violeta, tal como era ella, y que no necesitaba cambiar su aspecto, ni su magia interior.
Violeta quería la transformación, y ser alta, la anciana hada, al ver que era infeliz con su diminuto aspecto, decidió, darle el gusto de ser grande, pero siempre sería un hada, no una humana, advirtiendo, que solo el amor verdadero es lo que te dará forma permanente de humana.
Ella estaba feliz se ser grande, y la tristeza que la había invadido se fue, y el bosque pareció cobrar vida con más colores y melodías. Aunque ahora era humana, su espíritu seguía siendo ese de un hada encantada.
Cuando llegó el gran día, invitaron duendes traviesos, mariposas luminosas y hasta los sabios búhos que solían observarlos desde sus ramas.
Al caer la noche, todo brillaba bajo un manto estrellado, la fiesta fue mágica, se contaron historias antiguas junto al fuego mientras todos compartían risas contagiosas.
Sin embargo, no todo iba por buen camino, siempre hay malos en la vida, y en este caso era un celoso hechicero del bosque que sintió envidia ante la felicidad de Violeta y Jorge. Creyendo que ninguna criatura debía estar tan cerca de un humano, tramó un plan para separarlos usando sombras engañosas.
Cuando estaban celebrando junto a sus amigos felices, unas sombras comenzaron a buscarlos descontroladamente intentando separarlos para atraparlos. Se escucharon gritos apagados , susurros, y muchos nervios, cuando percibieron lo extraño que estaba pasando.
Violeta tomó la mano de Jorge e intentó recordarle lo importante que era mantenerse unidos frente al peligro, y le dijo que el amor es la fuerza, le dijo con firmeza mientras unas figuras embrujadas danzaban alrededor.
Con esa valentía compartida pudieron enfrentarse al hechizo oscuro, Violeta lanzando luz brillante directamente hacia esas sombras amenazadoras, la magia pura emanaba del profundo vínculo creado por ellos dos, haciendo retroceder toda maldad y disipar aquellas amenazas rápidamente.
El hechicero se fue y nunca volvió después aquel encuentro mágico, en el que había sido derrotado, aprendiendo que no podía romper algo tan auténtico como un amor verdadero, esta vez el bien había ganado al mal.
Decidida a ser parte de su mundo, Violeta pidió ayuda a su amiga el Hada de los Dientes, y le pidió que como hacía magia, le ayudase a convertirse en humana, y su amiga le dijo que eso no era su trabajo, que ella solo se llevaba los dientes de leche a cambio de regalos, como en ratoncito Pérez, pero que podía intentara hablar con la abuela hada, que le advirtió que si le iba mal, el hechizo era para siempre y no había vuelta a atrás, que debía estar segura que el muchacho sentía, la misma atracción que ella.
Violeta estaba decidida a arriesgarse y dijo a la abuela del bosque, que sí estaba dispuesta a intentar conquistar al recolector de setas, pero la sabia abuela, le dijo que antes, se presentara en forma de hada para ver como reaccionaba el hombre.
Esperó a que volviese a recolectar y mientras iba silbando, y cortando los hongos, Violeta se sentí encima de una seta, para ver la reacción del hombre, pero no fue buena idea, pues el recolector también quiso recolectar al hada para meterla en una jaula, con tan buena suerte que pasaba por allí una hurraca y le sobrevoló por encima de la cabeza, y el hadita salió volando y se perdió entre las ramas de los abetos.
De vuelta el hombre a su casa, no podía creer lo que había visto, y quería volver otro día para con suerte volver a encontrar al hada, y esta vez, la hablaría delicadamente, sin intentar atraparla, pues era muy frágil y la podía hacer daño.
El hombre volvió al bosque, pero esta vez, no silbaba, sino que iba llamando al hada, y diciendo en voz alta, que no la iba atrapar ni hacer daño, que saliera a su encuentro. El hada le iba siguiendo entre las ramas con precaución a la vez que escuchaba lo que decía.
Como parecía que no había peligro, se puso a volar, a su lado, el hombre, le repitió, que no la haría daño que solo quería conocerla, era la primera vez, que veía un hada.
Siguieron viéndose, en sus respectivas apariencias, y el hombre dijo que su nombre era Martín, y poco a poco se fue enamorando del hada Violeta, tal como era ella, y que no necesitaba cambiar su aspecto, ni su magia interior.
Violeta quería la transformación, y ser alta, la anciana hada, al ver que era infeliz con su diminuto aspecto, decidió, darle el gusto de ser grande, pero siempre sería un hada, no una humana, advirtiendo, que solo el amor verdadero es lo que te dará forma permanente de humana.
Ella estaba feliz se ser grande, y la tristeza que la había invadido se fue, y el bosque pareció cobrar vida con más colores y melodías. Aunque ahora era humana, su espíritu seguía siendo ese de un hada encantada.
Con Jorge a su lado, disfrutaron cada día, ella le iba contando todos los secretos del bosque y los trucos para recolectar muchas más setas, y que no cogiese las casas de los gnomos, que estaban a los pies de los gigantes árboles.
Los dos eran amantes de la naturaleza, y admiraban las flores silvestres que crecían entre los árboles y Jorge aprendía sobre los secretos del bosque, y juntos recolectaban setas comestibles, cuidando de tocar las de los gnomos, que además solían ser las venenosas amanitas.
Un día, decidieron organizar una fiesta en honor a todas las criaturas mágicas del bosque. La idea emocionó a Violeta; quería mostrarle a Jorge todo el esplendor de su hogar escondido. Juntos comenzaron a preparar decoraciones brillantes con hojas doradas y pétalos vibrantes.
Los dos eran amantes de la naturaleza, y admiraban las flores silvestres que crecían entre los árboles y Jorge aprendía sobre los secretos del bosque, y juntos recolectaban setas comestibles, cuidando de tocar las de los gnomos, que además solían ser las venenosas amanitas.
Un día, decidieron organizar una fiesta en honor a todas las criaturas mágicas del bosque. La idea emocionó a Violeta; quería mostrarle a Jorge todo el esplendor de su hogar escondido. Juntos comenzaron a preparar decoraciones brillantes con hojas doradas y pétalos vibrantes.
Cuando llegó el gran día, invitaron duendes traviesos, mariposas luminosas y hasta los sabios búhos que solían observarlos desde sus ramas.
Al caer la noche, todo brillaba bajo un manto estrellado, la fiesta fue mágica, se contaron historias antiguas junto al fuego mientras todos compartían risas contagiosas.
Sin embargo, no todo iba por buen camino, siempre hay malos en la vida, y en este caso era un celoso hechicero del bosque que sintió envidia ante la felicidad de Violeta y Jorge. Creyendo que ninguna criatura debía estar tan cerca de un humano, tramó un plan para separarlos usando sombras engañosas.
Cuando estaban celebrando junto a sus amigos felices, unas sombras comenzaron a buscarlos descontroladamente intentando separarlos para atraparlos. Se escucharon gritos apagados , susurros, y muchos nervios, cuando percibieron lo extraño que estaba pasando.
Violeta tomó la mano de Jorge e intentó recordarle lo importante que era mantenerse unidos frente al peligro, y le dijo que el amor es la fuerza, le dijo con firmeza mientras unas figuras embrujadas danzaban alrededor.
Con esa valentía compartida pudieron enfrentarse al hechizo oscuro, Violeta lanzando luz brillante directamente hacia esas sombras amenazadoras, la magia pura emanaba del profundo vínculo creado por ellos dos, haciendo retroceder toda maldad y disipar aquellas amenazas rápidamente.
El hechicero se fue y nunca volvió después aquel encuentro mágico, en el que había sido derrotado, aprendiendo que no podía romper algo tan auténtico como un amor verdadero, esta vez el bien había ganado al mal.
Continuando la fiesta con mucha mas alegría que al principio, y todos bailaRon y cantaron para celebrar que el hechicero había sido vencido.
BukarteZ - 2014