Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y valles verdes, donde vivía una campesina llamada Margarita, de aspecto débil y pequeña, pero fuerte en su interior, hasta que dejó de serlo.
le gustaba mucho cultivar hortalizas, flores y cuidar árboles frutales, todo de manera ecológica, era muy querida por todos, además de su generosidad, pues le gustaba compartir con sus vecinos, era por su carácter alegre, su risa llenaba el aire mientras trabajaba entre tomates jugosos y zanahorias crujientes, mientras tanto cantaba canciones que ella misma iba inventado, como decían que hablar con las plantas y cantarles, mejoraba la producción y la calidad, pues dado su calidad debía ser verdad.
Todos los domingos los agricultores, vendían sus productos en el mercado local, de donde venían personas de otros lugares, incluso lejanos para comprar lo que ellos ofrecían.
Un domingo soleado de primavera, cuando ella estaba en su puesto ofreciendo sus mercancías, apareció un cliente encantador, que también amaba la naturaleza, y le gustaban los productos ecológicos, a partir de ese día, ese hombre no faltaba ni un domingo para hacer la compra.
Un día le preguntó, si al terminar la venta, podría ayudarle a recoger todo e invitarla a tomar algo, ella acepto, pues el hombre era muy buena gente.
Durante la merienda, ella le explicaba como hacía que sus plantas estuviesen tan sanas y sabrosas, el escuchaba muy atento y con mucho interés, al final compartieron historias y anécdotas sobre cosechas.
A partir de ese día, el comenzó a prestarle ayuda en todo lo que necesitaba, pues el trabajo de montar y desmontar la feria era tedioso y pesado, pronto se hicieron amigos inseparables, poco a poco el se fue colando en el corazón de la chica y comenzó a visitarle más a menudo a su huerta. Solían Cada tarde conversaban mientras cuidaban de las plantas y Margarita disfrutaba de su compañía y sentía que había encontrado a alguien especial.
Samuel, que así se llamaba el hombre, era fuerte y apuesto, además de ser encantador, un día le pidió matrimonio, a lo que ella muy contenta accedió, y se fue a vivir a casa de Margarita.
Sin embargo, pasaron los meses y lo que parecía ser una pareja sólida y enamorada, comenzó a desdibujarse. Samuel poco a poco se iba quitando la mascara que llevaba puesta, revelando gradualmente una personalidad oscura, podía alternar entre ser cariñoso e irritable sin previo aviso, al principio Margarita no le dio importancia, pensó que todos tenían días buenos y malos.
A medida que avanzaba el tiempo, la convivencia se iba poniendo cada vez más incomoda, ella se sentía cada vez más dependiente de él emocionalmente, aquella luz que tenía y su sonrisa, fueron disipándose, y una tristeza invadió su rostro, ya no era independiente como antes, sino que dependía para todo de aquel hombre.
Sus palabras dulces la envolvían como miel, en algunos momentos, y volvía a se el ser adorable que conoció, pero de repente todo se tornaba en críticas que eran dolorosas como espinas al corazón, y ano iba sola al mercado, el iba con ella, con la disculpa de ayudar, y la situación cada vez era más tensa, Margarita trataba de complacerlo constantemente para evitar su ira.
Samuel aprovechó esta situación, para criticar y su trabajo y tratarla con tono despreciativo, y Margarita llegó dudar no solo de su trabajo, sino también de si misma, pensaba que estaba actuando mal y por eso Samuel no era feliz a su lado.
Llegó un momento en el cual Samuel tomó control sobre todas las decisiones relacionadas con la huerta, hasta los colores vibrantes comenzaron a perder vida cuando él estaba cerca, ella luchó internamente tratando escapar de esas garras opresivas pero el miedo siempre ganaba, y la paralizaba.
Con el paso del tiempo pasó desapercibida la situación ante la gente del pueblo, pero la vieron un cambio radical en toda su actitud, incluso en la calidad de los productos que vendía, un domingo que Samuel no fue a la feria, se le acercó una anciana del pueblo que le dijo que deberían hablar, invitó a tomar el te en su casa y Margarita acepto.
La anciana, que se estaba dando cuenta de todo, le dijo que no debía seguir al lado de Samuel, pero ella tenía miedo, le había arrebatado su personalidad, y Margarita se echaba la culpa de que el actuaba así, por no hacer bien las cosas.
En el pueblo había una red de mujeres, que se reunían para ayudarse mutuamente e invitaron a Margarita que se uniese a ellas, empezó a asistir a esas reuniones, con problemas, pues Samuel no la dejaba, pero un día todas juntas fueron a hablar con él, y le hicieron entrar en razón.
Allí se leían antiguos cuentos llenos sabiduría, aquellos relatos tenían razón, y le recordaron, como era y en lo que se había convertido.
Con la ayuda de sus compañeras volvió a revitalizar su fuerza interior, y a dejar de tener miedo, pues no estaba sola, y se enfrentó a Samuel, con la ayuda de los esposos de las otras mujeres.
Un día en el mercado, todos y todas fueron a hablar con el y cuando le dejaron en evidencia delante de todos, el hombre como vino se fue, y nunca jamás se apareció de nuevo por aquel pueblo.
Margarita retomó las riendas de su vida, su huerta floreció como antes o mejor, dando lo mejor de sí, dulces frutes sabrosas hortalizas y flores maravillosas con un aroma que envolvía todo el lugar.
Con la ayuda de sus vecinos y vecinas, revitalizada su paz interior, volvió a ser feliz, y jamás volverían a faltar flores en ningún jarrón.
Todos los domingos los agricultores, vendían sus productos en el mercado local, de donde venían personas de otros lugares, incluso lejanos para comprar lo que ellos ofrecían.
Un domingo soleado de primavera, cuando ella estaba en su puesto ofreciendo sus mercancías, apareció un cliente encantador, que también amaba la naturaleza, y le gustaban los productos ecológicos, a partir de ese día, ese hombre no faltaba ni un domingo para hacer la compra.
Un día le preguntó, si al terminar la venta, podría ayudarle a recoger todo e invitarla a tomar algo, ella acepto, pues el hombre era muy buena gente.
Durante la merienda, ella le explicaba como hacía que sus plantas estuviesen tan sanas y sabrosas, el escuchaba muy atento y con mucho interés, al final compartieron historias y anécdotas sobre cosechas.
A partir de ese día, el comenzó a prestarle ayuda en todo lo que necesitaba, pues el trabajo de montar y desmontar la feria era tedioso y pesado, pronto se hicieron amigos inseparables, poco a poco el se fue colando en el corazón de la chica y comenzó a visitarle más a menudo a su huerta. Solían Cada tarde conversaban mientras cuidaban de las plantas y Margarita disfrutaba de su compañía y sentía que había encontrado a alguien especial.
Samuel, que así se llamaba el hombre, era fuerte y apuesto, además de ser encantador, un día le pidió matrimonio, a lo que ella muy contenta accedió, y se fue a vivir a casa de Margarita.
Sin embargo, pasaron los meses y lo que parecía ser una pareja sólida y enamorada, comenzó a desdibujarse. Samuel poco a poco se iba quitando la mascara que llevaba puesta, revelando gradualmente una personalidad oscura, podía alternar entre ser cariñoso e irritable sin previo aviso, al principio Margarita no le dio importancia, pensó que todos tenían días buenos y malos.
A medida que avanzaba el tiempo, la convivencia se iba poniendo cada vez más incomoda, ella se sentía cada vez más dependiente de él emocionalmente, aquella luz que tenía y su sonrisa, fueron disipándose, y una tristeza invadió su rostro, ya no era independiente como antes, sino que dependía para todo de aquel hombre.
Sus palabras dulces la envolvían como miel, en algunos momentos, y volvía a se el ser adorable que conoció, pero de repente todo se tornaba en críticas que eran dolorosas como espinas al corazón, y ano iba sola al mercado, el iba con ella, con la disculpa de ayudar, y la situación cada vez era más tensa, Margarita trataba de complacerlo constantemente para evitar su ira.
Samuel aprovechó esta situación, para criticar y su trabajo y tratarla con tono despreciativo, y Margarita llegó dudar no solo de su trabajo, sino también de si misma, pensaba que estaba actuando mal y por eso Samuel no era feliz a su lado.
Llegó un momento en el cual Samuel tomó control sobre todas las decisiones relacionadas con la huerta, hasta los colores vibrantes comenzaron a perder vida cuando él estaba cerca, ella luchó internamente tratando escapar de esas garras opresivas pero el miedo siempre ganaba, y la paralizaba.
Con el paso del tiempo pasó desapercibida la situación ante la gente del pueblo, pero la vieron un cambio radical en toda su actitud, incluso en la calidad de los productos que vendía, un domingo que Samuel no fue a la feria, se le acercó una anciana del pueblo que le dijo que deberían hablar, invitó a tomar el te en su casa y Margarita acepto.
La anciana, que se estaba dando cuenta de todo, le dijo que no debía seguir al lado de Samuel, pero ella tenía miedo, le había arrebatado su personalidad, y Margarita se echaba la culpa de que el actuaba así, por no hacer bien las cosas.
En el pueblo había una red de mujeres, que se reunían para ayudarse mutuamente e invitaron a Margarita que se uniese a ellas, empezó a asistir a esas reuniones, con problemas, pues Samuel no la dejaba, pero un día todas juntas fueron a hablar con él, y le hicieron entrar en razón.
Allí se leían antiguos cuentos llenos sabiduría, aquellos relatos tenían razón, y le recordaron, como era y en lo que se había convertido.
Con la ayuda de sus compañeras volvió a revitalizar su fuerza interior, y a dejar de tener miedo, pues no estaba sola, y se enfrentó a Samuel, con la ayuda de los esposos de las otras mujeres.
Un día en el mercado, todos y todas fueron a hablar con el y cuando le dejaron en evidencia delante de todos, el hombre como vino se fue, y nunca jamás se apareció de nuevo por aquel pueblo.
Margarita retomó las riendas de su vida, su huerta floreció como antes o mejor, dando lo mejor de sí, dulces frutes sabrosas hortalizas y flores maravillosas con un aroma que envolvía todo el lugar.
Con la ayuda de sus vecinos y vecinas, revitalizada su paz interior, volvió a ser feliz, y jamás volverían a faltar flores en ningún jarrón.
BukarteZ 2020