EL pingüino Saturnino, es la historia de un ave marina soñadora que anhelaba viajar a Saturno, y por esa razón le cambiaron su nombre, que era bolita de algodón, a Saturnino, vivía en la helada Antártida, y Era conocido por su curioso carácter y su encanto único, y de como se pasaba las noches mirando a Saturno, pues le entusiasmaban sus anillos, sus amigos le cambiaron el nombre.
Una noche, mientras observaba las estrellas desde un iceberg gigante y muy brillante, Saturnino pensó; que le gustaría saber que había detrás de todo ese cielo estrellado, y llegar a ese planeta anillado, dejaba volar su imaginación, soñando que emprendería un viaje para llegar allí.
Un día, mientras correteaba por los icónicos glaciares, por culpa del cambio climático, su hielo se iba derritiendo desprendiéndose justo el trozo en el que estaba sentado Saturnino, comenzó a flotat las olas se los llevaron lejos de su hogar, yendo a la deriba, sin saber que hacer y pensando que con un poco de suerte, llegaría a Saturno, pues el creía que la tierra era plana, y en algún momento caería al espacio, y navegando en su trozo de hielo entre las estrellas “saturnaría” ; es decir, como aterrizar, pero en Saturno.
El hielo seguía su curso, durante un mes navegó sin saber que estaba pasando, sin embargo, no tenía problemas para cazar y beber agua, por lo tanto, podría estar meses navegando sin rumbo y sin ningún problema años enteros.
Pero un día, llegó a Saturno, o eso creía él, poco a poco su pedazo de hielo se iba derritiendo, impulsado a través del océano, finalmente llegó a la exuberante selva amazónica, para el Saturno.
Cada vez su cubito de hielo era más pequeño y más pequeño, pero con la suerte de que llegó a una playa.
Al tirarse al agua, era cálida, y la arena quemaba sus pies, se dio cuenta de que estaba rodeado de árboles frondosos, y un ruido que jamás había escuchado, pues donde vivía todo era silencio, no sabía que estaba sucediendo, Saturno era muy raro.
al explorar, cada vez iba más deslumbrado por los colores vibrantes y los sonidos llenos de vida, desconcertado pero emocionado, por haber llegado al lugar de sus sueños.
Saturnino no podía creer sus ojos, había unos pájaros exóticos y muy raros, colibríes danzaban entre las flores brillantes y tucanes coloridos hacían alarde de sus plumas. Aunque estaba fuera de lugar, decidió adaptarse a ese cálido y nuevo entorno
En su primer encuentro en la selva, conoció a Liana la Iguana, que se extrañó de ver, ese pájaro con elegante visto y andando de forma muy rara, pero como era muy simpática, inmediatamente lo acogió con amabilidad, Saturnino le contó su historia, y iguana muerta de la risa, le dijo que no estaba en Saturno sino en la selva amazónica, como era muy hospitalaria le ofreció que podía vivir en su árbol y acomodarse en sus ramas, pero Saturnino , no podía volar, solo caminar muy despacito, pues sus patitas eran muy cortas.
Liana llevó a Saturnino a conocer su mundo lleno de maravillas, le llevó a ver el río Amazonas, que era tan grande como el mar, que el conocía, con peces extraños y peligrosos, lleno de cocodrilos y con mucha vegetación a sus orillas salpicado de aves multicolores volando alto, con un ruido espantoso, miles de flores fragantes y de muchos colores., no era Saturno, pero era un lugar maravilloso.
Liana le presentó a la anciana árbol Xusara , una gran Jacarandá sabia que hablaba suavemente sobre las historias del tiempo pasado y cómo cada ser vivo tenía un papel importante en el equilibrio natural. Inspirándose en sus palabras incomprensibles sobre como proteger la naturaleza para futuras generaciones, despertó lo que había olvidado, porque había llegado él hasta allí, por ese mismo problema, el hielo se derretía.
Los días pasaron y Saturnino descubrió nuevas amigos, monos juguetones que le enseñaron cómo se balanceaban con gracia por las ramas de las lianas, una tortuga sabia compartió historias antiguas sobre como era aquello antes de la llegada de los humanos, incluso hizo amistad con jaguares tímidos pero amigables.
Poco a poco, Saturnino aprendió la importancia de preservar esa mágica selva tropical, así como del Ártico , y en definitiva, todo su planeta la Tierra, así como la importancia de hacer amigos no importa dónde estuvieras ni qué tan diferente fueras.
Tras meses disfrutando su nueva vida llena aventuras extraordinarias, como zambullirse en océanos azules hasta bailar bajo lluvias frescas, sintió nostalgia por su hogar antártico. Decidido a regresar aunque nunca olvidaría sus aventuras amazónicas.
Pasado un año, finalmente apareció otro trozo de hielo que se había desprendido, y despidiéndose de sus nuevos amigos se subió logró encontrar una nueva corriente marina poderosa que lo ayudaría volver donde pertenecía; los hielos eternos llenos inigualables alegrías junto con su familia pingüina.
Así fue cómo Saturnino compartió sus experiencias maravillosas, y de como no pudo llegar a Saturno, porque la tierra nunca se acababa, porque no era plana, por lo que seguiría soñando y anhelando conocer los anillos de Saturno.
BukarteZ 2010