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martes, 15 de octubre de 2024

LOS GNOMOS PINTORES - BukarteZ

 




 Había una vez un bosque de enebros, en el país de la Fantasía, al pie de los árboles, había muchas setas rojas con lunares blancos, esos hongos, eran las casitas de unos pequeños gnomos que allí vivían, todos eran muy alegres y vivían felices, solían buscar leña para sus pequeñas estufas y no pasar frio en las largas noches de invierno.


Eran recolectores de semillas y frutos silvestres, y cerca de su aldea, había un bonito lago, donde iban a coger agua para sus necesidades cotidianas, y a bañarse, además los pequeños gnomos solían ir allí a jugar.

En ese lugar se respiraba, mucha paz, tranquilidad y armonía, pero eso, era a simple vista, pues como todo en la vida no es perfecto, tiene que haber una nota discordante y en este lugar, como no iba a ser de otra manera, también sucedía.

Había dos casitas hongos cerca una de la otra, donde vivían dos gnomos pintores, a uno le llamaban Cenizo, por su paleta de colores, era envidioso, siendo un mal gnomo, y por supuesto un mal vecino, el otro sin embargo, Colorín, era afable, simpático y muy amistoso, y por supuesto, nada envidioso, y por eso le llamaban de esa manera.

Cenizo, solo usaba colores grises, marrones, negros, y cualquier tono que fuese de matiz, y todo lo que pintaba era de esos colores.

Sin embargo, la paleta de Colorín era de colores alegres, vistosos y bonitos, por lo que un día el Hada Primavera, llamó a Colorín para hacerle un encargo, por lo que Cenizo, se moría de envidia, e iba siguiendo y fisgando por todos lados a Colorín, para enterarse que era lo que le habían encargado que pintase, con la idea de hacer alguna maldad a su colega.

Colorín se puso manos a la obra, sacando su paleta y sus pinceles, empezó a pensar en su maravilloso trabajo, cantando y bailando llegó a un prado lleno de flores de todos los colores, se tumbó en la olorosa hierba y se echó una siestecita.

Cenizo, que de lejos observaba todo lo que estaba ocurriendo, y al ver como Colorín tenía los ojos cerrados, caminó despacito y sin hacer ruido para asegurarse que estaba dormido, le quitó todos los frascos de pintura de colores bonitos, dejando un poco separadas las suyas, y sonriendo malévolamente satisfecho de lo que había hecho, se alejó pensando en lo que sucedería cuando Colorín se dispusiera a pintar.

Al despertar de la siesta, miró al cielo para ver que iba a hacer, y vio que los frascos de pinturas estaban lejos, y pensó que el viento las había arrastrado, no le dio mayor importancia y fue a buscarlas, bailando y contento como siempre, las recogió, decidió pintar un arcoíris, que será más bonito que el que ya había pintado antes.

Cogió sus pinceles y sus colores y se dispuso a trabajar, pero cuando acabó su trabajo, cual fue su sorpresa, al ver que no había pintado un arcoíris de colores hermosos, sino un arcoíris de colores oscuros, de color marrón, verdes, gris, azul marino y todos eran colores feos, para un arcoíris.

Como se puso muy triste empezó a llorar desconsoladamente, imaginando que el hada Primavera, que le había encargado hacer un arcoíris más bonito que el anterior, se enfadaría mucho con él, al ver un arcoíris tan horrible.

Cuando el hada Primavera, se enteró de lo ocurrido, se enfadó mucho y mandó llamar a Cenizo, para reprenderle y darle el castigo que se había merecido, como el hada era buena, no podía hacer algo malo, y lo que decidió fue, dar un escarmiento ejemplar a Cenizo, y con su varita mágica, tocó la cabeza del gnomo malote, y su pena sería que jamás volviese a hacer el mal.

Sin embargo, como Colorín tenía muy bien corazón, y era tan bueno, pidió al hada Primavera, que como otro castigo, le obligase a trabajar en equipo con él, y que cada usara sus paletas de colores.

Colorín pintaría el arcoíris más bonito que jamás hubiese existido, y que Cenizo, pintase las nubes, la lluvia, el cielo gris, la niebla, y sobre todo eso, Colorín posaría su arcoíris de colores.

El hada otorgó el deseo de Colorín y Cenizo, avergonzado al ver que su enemigo, no era rencoroso y tenía buen corazón, y ya le había hecho efecto lel castigo primero del hada, ya convertido en un gnomo que no haría el mal, por lo que pidió perdón a Colorín, prometiendo al hada que jamás volvería a ser envidioso ni malo.

Colorín acepto las disculpas y los dos gnomos, empezando una nueva vida en paz y armonía, en la que cada cual, cada uno usaría su paleta de colores, y desde ese día se convirtieron en buenos amigos y vecinos.

Queridos niños y niñas, cuando veáis en el cielo, unas nueves oscuras y sobre ellas un arcoíris de bonitos colores, sabed, que por ahí, están nuestros amigos Cenizo y Colorín.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.



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