Había una vez, una perrita de la raza tekel, a la que llaman perro salchicha, de nombre Frida, vivía en una granja en el campo, donde había muchos otros animales, como caballos, vacas, cerdos, ovejas, perros pastores de ganado, gallinas con sus pollitos y todos vivían muy contentos.
Un día Frida tuvo cinco perritos, a los que llamó, Pipa, Pepe, Pipo, Popi y Papu, los perritos se pasaban el día jugando, persiguiendo a otros animales, pues ellos no eran animales de trabajo, hasta los gatos tenían el cometido de mantener la granja limpia de roedores.
Ellos solo jugaban, el dueño de la granja, era un hombre al que le gustaba participar en concursos de diferentes tipos, su cerdo tenía el primer premio por lo grande que era, su caballo también tenía el primer premio de belleza, y la vaca también poseía el primer premio por ser de una raza muy especial.
Todo iba muy bien hasta que los perritos empezaron a crecer, a los tekel los llaman perros salchicha, porque son muy largos, con las papitas muy cortas y las orejas muy largar, tanto que siempre las llevan sucias, porque las arrastran.
Según iban creciendo los chachorritos de Frida, Pipo iba destacando por su longitud, que sin se compara con niños, sería el más alto de sus hermanos, el caso, es que como era tan largo, empezaron todos a reírse de él, y el pobre perrete no quería jugar y siempre estaba solo y triste.
Un día el dueño de la granja el señor Pascual, decidió, que ese perro como era especial, lo presentaría a un concurso, y esperó a que llegase el momento de inscribir a Pipo al concurso, hasta ese momento, le estuvo adiestrando en obediencia para que cuando llegase el momento, hiciese lo que le mandase, por lo que se pasaba el día jugando con Pipo, lo que desató la envidia de sus hemos y hermanas, que si antes no jugaban con él, la cosa fue empeorando y le ninguneaban, como si el pobre fuese invisible, lo único bueno, es que tampoco se reían de él.
La situación empeoró, cuando Pipo ganó el primer premio por guapo y llegó a casa con un flamante lazo de seda dorado con un gran uno en medio.
En ese momento volvieron a las andadas para reírse de él, lo que en el colegio se denomina boollying, y Popi que debería estar feliz con su premio, no lo disfrutaba, sin embargo, los otros animales, le respetaban por ser un perro especial.
Sus hermanos y hermanas siempre andaban correteando por la granja, sobre todo les gustaba correr detrás de una pelota, y cuando salía rodando iban a buscarla, un día que Pipa andaba corriendo detrás de ella, la pelota bajo cuesta abajo a toda velocidad, cayendo en un hoyo que estaba haciendo el granjero, y Pipa sin pensarlo se tiró de cabeza para buscarla, y ahí le surgió el problema, estaba sola, sus hermanos no se enteraron que se había caído al agujero, que era muy profundo y no podía salir, por suerte Pipo vió todo lo ocurrido.
Pipo como solía andar solo y aburrido, era muy observador y se fijo como las mamás gatas o perras, agarran a sus bebes por la parte de arriba del cuello y con sus dientes sin apretar con capaces de cambiarles de sitio.
Pipo como era tan largo viendo caer a Pipa al hoyo, sin pensarlos dos veces, fue en su ayuda, metiendo cabeza hasta el final del agujero, dejando sus cortas patitas de atrás fuera del hoyo, con mucho cuidado, como había aprendido, agarró con su boca a Pipa y la sacó del agujero.
Cuando los otros perros, se dieron cuenta que gracias a la longitud de Pipo, su hermana había sido salvada, a partir de ese momento reconocieron su valentía y lo respetaron, pues se dieron cuenta que tenía capacidades diferentes.
BukarteZ, 2024