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lunes, 14 de octubre de 2024

AURORA PESCADORA DE SUEÑOS- BukarteZ


Había una vez, una niña que se llamaba Aurora, ella vivía junto a su abuelo Juan, en un pueblecito de pescadores, donde el hombre tenía un pequeño barco, llamado  con el que todas las madrugadas o algunas noches, salía a echar sus redes, para por la mañana muy temprano recogerlas, y volver al pueblo para vender el pescado que había conseguido.


Aurora, siempre quería ir con su abuelo a pescar, pero el no quería que la pequeña le acompañase pues era muy peligroso, ya que en ocasiones, el mar estaba muy bravo y el pequeño barco se movía como una cascara de nuez, incluso al echar las redes podía volcar, y el agua del mar en invierno es muy frio, pudiendo tener una desgracia, aunque llevase chaleco salvavidas.

Por esa razón el hombre no quería poner en riesgo la vida de la niña, sin embargo, ella siempre estaba protestando y enfadada porque él no la quería llevarle de pesca, y no entendía porque su abuelo no la quería, y era todo lo contrario.

Juan, para que Aurora pescara, le compró una caña y todo lo necesario para que atrapara peces desde tierra, ya que ella tenía gran interés por la pesca que había heredado, pero no estaba contenta, ella no quería esa clase de pesca, le parecía aburrido pasar horas y horas, sentada en una roca, esperando que un pececito mordiera el cebo.

Una noche que había luna creciente, que su abuelo había salido a pescar, subió a la roca más alta que había, para ver como se alejaba en su barco Alba para echar las redes, y allí se quedó pensativa, pero como estaba tan incomoda en esa rocas, se colocó en otra un poco más cómoda para poder pescar, al no tener nada mejor que hacer tiro la caña al agua, pero como la roca era un poco más confortable se quedó medio dormida.

Al abrir lo ojos Aurora pensó que había tenido mala suerte, pues al lanzar el sedal, como estaba sentada tan alta, tuvo la buena o mala suerte de que el hilo se enganchara en el cuerno de la luna creciente, no sabía como arreglar aquello, tiraba del hilo, le daba vueltas, saltaba tratando de soltar el sedal, y aquello parecía que cada vez se enredaba, liaba y enrollaba más y más.
Resulta, en lugar de un pez, había pescado la luna, o tal vez ¿era la luna la que le había pescado a ella?

Ahora quien tenía el sedal era la luna, ojalá pudiera subir y así sentarse en su cuerno, pensó, y de repente, vio como el hilo cada vez brillaba más y se dio cuenta, que las estrellas se estaban colocando sobre él, para columpiarse, por eso era tan brillante, se restregó los ojos, pensó que estaba soñando, no creía lo que estaba viendo y cada vez que soltaba más sedal, más estrellas se posaban, que contenta estaba, no pescaba peces, pescaba estrellas, y pescó tantas, que al final, con tanto peso, se rompió y consiguieron llegar hasta la roca, donde estaba sentada Aurora, como pesaban mucho y se estaban columpiando el sedal no soportó tanto esfuerzo y algunas se quedaron enganchadas en las rocas, una a una, la niña las fue colocando a su lado.

Aurora les explicó, que ella lo que quería era peces del mar, pero su abuelo Juan, no la dejaba acompañarle en su trabajo, por si le pasaba algo.

Las estrellas murmuraron entre ellas y algunas subieron a contárselo a la luna, para ver como resolvían el asunto de la pesca, para complacer a la pequeña pescadora.

Que sorpresa se llevó Aurora al ver, que la luna estaba en medio del agua, como si de un barco se tratara y las estrellas hicieron un puente, para que la niña pudiese llegar a ella, para sentarse y pescar, pero las estrellas decidieron que con una caña, poco iba a hacer, y crearon una red en el medio del mar plateado que iluminaba la luna,  como las estrellas y la luna brillaban tanto, su luz atrajo a muchos, que se quedaron enganchados en la red que habían tejido las estrellas, cuando estuvo suficientemente llena, la luna arrastró la red a la orilla de la playa y allí se quedó la niña dormida, después con mucho sigilo todas las estrellas y la luna volvieron al cielo.

Por la mañana al despertarse la niña, estaba tumbada en la arena de la playa esperando a su abuelo.

Cuando el abuelo al amanecer volvió del mar y empujó su barca a la playa,vio a la niña dormida, la dio un beso suave en la frente y la tapó con su chaqueta, pero aunque lo hizo con gran cuidado, Aurora se despertó y contó el sueño que había tenido, pero aquello no fue un sueño, la arena de la playa estaba llena de peces, más que los que había Pescado Juan en toda la noche.

BukarteZ 2024