Translate

lunes, 28 de octubre de 2024

EL JARDÍN DE LOS PECES VOLADORES - BukarteZ

 


Había una vez, una casita de piedra en medio del campo, abandonada y cubierta de hiedras, el tejado era de paja, incluso tenía alguna que otra planta y flores, las ventanas eran de madera y las contraventanas pintadas en verdes musgo, también tenía una gran chimenea de hierro oxidada, y la veleta ya rota, por el paso del tiempo.

Dos amigos que se llamaban Juan y Pedro iban de paseo buscando setas, adentrándose en el bosque de pinos, cuando de repente se toparon con ella, estaba en un camino muy apartada, y por la que casi nadie pasaba, se decía que esa casa tenía un jardín pero encantado, pero no se apreciaba.

Los chicos entraron en la casa dando una fuerte patada a la puerta, estaba un poco abierta, pero muy dura, al entrar, en medio del recibidor había una gran higuera, los muebles con la madera carcomida por las termitas, y un viejo piano del que ya no salían notas de sus teclas, y que algún día habría regalado maravillosas melodías.

Abrieron las ventanas para que pudiese entrar algo de luz, que no era mucha, las plantas no permitían mucha claridad, miraron por todas las habitaciones, todo tenía la misma pinta, todo roto, antiguo y abandonado, salieron a un patio trasero que tampoco tenía nada de interés, pero de repente, Juan tropezó un una raíz, y se sujeto con fuerza en la hiedra notando algo frío y duro detrás.

Los chicos arrancaron las plantas, y se encontraron con una gran puerta de hierro decorada y oxidada por el paso del tiempo, empujaron fuerte y no se abrió, entonces, fueron en busca de algún palo para hacer palanca y conseguir abrir, tras mucho esfuerzo la puerta crujió y se hizo un pequeño hueco, por el que se colaron, al no se muy grandes de tamaño.

Era un lugar mágico donde la realidad se entrelazaba con lo absurdo, este jardín estaba rodeado de unas paredes muy altas cubiertas de descuidadas hiedras y buganvillas, que parecían vigilarlo celosamente, y detrás se apreciaba otra segunda puerta oxidada, los chicos estaban intrigados, que maravillas albergaba aquel sitio, cuando estaba tan celosamente escondido.

Esa segunda puerta daba entrada a otro jardín, cuya imagen era muy diferente a la anterior, el paisaje del Jardín era singularmente encantador; las plantas trepadoras eran danzantes y parecían un océano verde bajo el viento suave.

Cuando entraron se quedaron con la boca abierta, y recordaron la leyenda del jardín de los Peces Voladores, y estaba en ese rincón olvidado del mundo, habían encontrado lo que contaba la famosa leyenda.

En medio del grandioso patio, había estanques cristalinos donde Don Pez Papagayo surcaba las aguas jugando a ser pirata, siempre buscando tesoros ocultos entre las piedras preciosas sumergidas.

En el centro había un árbol anciano llamado Abuelo Tronco, cuyas ramas llegaron al cielo y florecían espejos en vez de hojas, reflejando sueños pasados y anhelos futuros a todos los que allí que llegasen perdidos o no.

Los chicos estaban como meros espectadores, sentados en una liana con forma de infinito, según pasaban las horas iban entendiendo lo que allí pasaba, algunos de esos personajes, provenían de vidas anteriores, y ahora podían ejercer de lo que habían sido en vidas pasadas.

Así Doña Perca, una peza voladora que alguna vez fue una enfermera amable en su vida anterior, tenía escamas plateadas que brillaban al sol y alas traslúcidas decoradas con estrellas doradas, su conocimiento sobre remedios herbolarios la convertía en la curandera del jardín.

Don Tiburcio, era un gato filósofo, que había sido profesor de instituto en su otra vida, era de pelaje marrón y ojos verdes como esmeraldas, le gustaba hablar sobre mitos y pensamientos profundos. Siempre llevaba puesto un sombrero de copa alta lleno de flores de pensamiento, era su forma inusual de expresar sus pensamientos más complejos.

También vivía allí la Señora Nube, que en tiempo mejores había sido lavandera, y un torbellino etéreo capaz de cambiar el clima a voluntad, era sabia pero traviesa, se aventuraba por todo el jardín formando figuras caprichosas con sus nubes blancas mientras hacía reír o llorar a quienes miraban.

En otro tiempo el bibliotecario, que parecía un ratón de biblioteca, se convirtió en el Maestro Rincón, que con gafas de media luna, miraba todo con mucho detenimiento, su hogar era una pequeña cueva llena de volúmenes antiguos, cada tarde contaba relatos a quienes se reunían a su alrededor, enseñando lecciones sobre la vida escondidas en fábulas.

La que más brillaba con su luz interior era Lucia, que en su vida anterior había sido una excelente pintora y escultora, y que ahora se había transformado una luciérnaga, que con sus alas iridiscentes, iluminaba las noches en aquel jardín, creando hermosos murales lumínicos que relucían cuando caía la noche.

Doña Buha, se llamaba Atena, era la sabia porque poseía el don del conocimiento y los secretos del mundo, heredados de la diosa griega de la razón, de la que recibió su nombre.

Fisgón, era el perro guardabosques, de color blanco y marrón, con sus patas veloces, iba y tenía por todo el jardín, protegiendo los secretos del lugar haciendo rondas curiosas por los senderos floridos mientras jugaba con pequeños gnomos traviesos que despachaban bromas desde detrás de arbustos.

La tranquilidad del lugar provenía de Cecilia, la tortuga viajera, que algún día fue una intrépida aventurera, y por esa razón tenía un caparazón dibujado de mapas antiguos que mostraban rutas hacia mundos desconocidos, ella siempre compartía historias emocionantes sobre sus viajes pasados.

La mariposa soñadora, ser llamaba Sofía, tenía alas tan grandes como sueños y era conocida por crear ilusiones efímeras con sus polvos mágicos; podía hacer aparecer lluvias doradas o rosetones flotantes durante las fiestas celebradas cada luna llena.

El perro guardabosques Fisgón , mientras hacía su trabajo los descubrió, llevándoles ante la presencia de Atenea, la sabia, que conocía las buenas y nobles intenciones de los muchachos, por lo que les rebelaron algunas cosas, que podían saber, cuando prometieron que no se lo contarían a ningún otro humano.

Las aventuras comenzaban, cuando Doña Perca decidió organizar una competición anual volando hacia lo desconocido, que mágicamente sin salir de aquel espacio, se modificaba sin saber como, y llegaban invitados, no se sabía de donde ni por donde, pero allí estaban.

Los que hasta allí llegaban eran criaturas intrépidas, dispuestas a enfrentarse con obstáculos frescos llenos sorpresas mágicas e insospechadas, en este encantador entorno donde todo parecía posible, organizaban diversas actividades diariamente para mantener viva su esencia mágica.

Las tardes eran dedicadas a practicar danza imaginaria, bajo las luces titilantes de Lucia, por las mañana, hacían caminatas curativas bajo la supervisión de doña Perca, paseando juntos buscaban, flores especiales cuyas propiedades hacían sonreír hasta al más serio.

Todos los domingo celebraban un Banquete Estelar, a al caída del sol, se hacía una cena festiva preparada por todas las criaturas usando los frutos que allí crecían, cuyo sabor incluía trocitos mágicos de regalíz. Así era ese mundo efímero donde aquel extraño grupo vivía un sinfín historias cada

Todos los sábados por la tarde Don Rincón el maestro daba clases de ajedrez, y todos participaban como si de las piezas se tratara.

Había un banco a la sombra del abuelo Tronco, donde don Tiburcio filosofaba horas y horas, y allí se sentaban quienes querían pasar un buen rato, hablando de todo y a la vez de nada.

Cuando sonó a las ocho el despertador de Pedro se dio cuenta, que todo había sido un fascinante sueño, que le se lo contaría todo a su amigo de aventuras Juan.

BukarteZ 1999

EL SOMBRERO MÁGICO - BukarteZ



En una Pueblo al norte de Irlanda, con un nombre imposible de pronunciar, donde los días eran lluviosos, húmedos, y nublados, hasta la llegada del verano, cuando el verde brillaba en todo su esplendor, y las praderas renacían, las pequeñas margaritas, llenando el aire con su fragancia.

Allí vivían tres inseparables amigos; Anne, una joven soñadora y presumida que siempre llevaba un cuaderno para anotar sus ideas; Peter, un aventurero que amaba explorar cada rincón del bosque cercano; y Mary, una artista talentosa que podía convertir cualquier paisaje en hermosas pinturas.

Un día soleado, mientras paseaban por el mercado que ponían todos los sábados, donde se podía comprar desde una lechuga a unas velas, encontraron un sombrero muy viejo, de terciopelo negro con unas plumas de avestruz, que parecía haber pertenecido a un gran noble, era grande, casi cabían los tres dentro, y sus plumas brillantes que danzaban al viento, sin pensarlo dos veces, decidieron comprarlo juntos, pero no tenían dinero, entonces se fueron a casa y rompieron sus alcancías, y aún así no tuvieron suficiente dinero para comprarlo, por lo que decidieron regatear con el comerciante, para que les bajase el precio, el hombre al verles tan ilusionados con aquel sombrero y conociendo su misterio, decidió vendérselo, por todo el dinero que llevaban.

Cuando Mary, que era la más presumida, se lo puso la primera, y sucedió algo extraordinario; el sombrero cobró vida y hablaba.

Soy Little Hat, dijo con voz melodiosa, puedo llevar a lugares mágico, sí está dispuesto para la aventura, asustados y con la curiosidad desbordante, muy intrigados pero emocionados, aceptaron sin dudarlo, Little Hat, le dijo que agitase sus plumas para ser transportada, pero ella quería ir con sus amigos, y decidieron meterse los tres debajo, pues era tan grande que cabían, y no entendían que se llamase Little Hat, al ser tan enorme.

Inmediatamente los tres intrépidos amigos, fueron transportados a un mundo muy raro, llegaron al Reino de las Hadas Grises, ellos pensaban que demás de que las hadas eran de colores brillantes, eran pequeñitas y en cambio, estas eran más grandes que ellos y no tenían colores, eran grises.

Al igual que el sombrero aquel país era de gigantes, todo era enorme, ellos parecían del tamaño de las hormigas, pero aquí, podían cabalgar sobre ellas.

Las hadas les advirtieron que tuvieran cuidado, pues había insectos y animales como los que ellos conocían, que eran peligroso, y que además había seres fantásticos como los dragones.

Una de las hadas, les metió en su bolsillo, y los llevo volando a una montaña de dulces y caramelos, junto a un río de chocolate, las piedras eran de turrón.

Allí comieron y bebieron todo lo que les apetecía, y cuando se cansaron se quedaron dormidos, debajo de una aguja de pino, al despertar el hada se había ido, y estaban muertos de miedo, pero seguían siendo los duelos del sombrero mágico, pronto se dieron cuenta que no todo era diversión, en aquel reino.

Ellos no habían llegado allí por casualidad, Little Hat, tenía planes para ellos, deberían ser los salvadores de aquel extraño lugar, el reino estaba en peligro, y solo unas almas puras, podían salvarlo de la catástrofe, pues una a una sombra oscura creada por un malvado hechicero Grimorax, estaba comiendo todo, y ya estaba a punto de desaparecer.

Vieron como esa sombre gris, según iba avanzando se comía los colores y se apoderaba de los bonitos colores, el color del mundo se volvía gris y triste, en ese momento se acordaron de las hadas grises.

Además cuando el color gris, estaba una temporada en un mismo sitio, acababa por desaparecer, lo que ponía el peligro aquel reino, con el tiempo todo dejaría de existir.

Los amigos no sabían que hacer para poder ayudar, entonces cada uno de ellos, empezó a usar sus cualidades para conseguir resolver el asunto.

Anne, utilizó su creatividad para idear estrategias ingeniosas; Peter se convirtió en líder valiente durante las misiones más arriesgadas; mientras Mary derramar su paleta de con colores, que eran más vivos que nunca, e incluso consiguió dar luz, a todo por donde pasaban.

Los tres juntos se volvieron a poner el sombrero, y aparecieron como por arte de magia en un castillo oscuro y tenebroso, donde residía Grimorax, se quitaron el sombre y se escondieron detrás de una para de un mueble, era tan alto que no sabían de que tipo era, lo mismo podía ser una silla que una mesa, como tenían miedo, vieron una grieta en la pared y allí se colaron.

Estuvieron pensando como podían acabar con las malas intenciones de aquel mago, debían tener ingenio y trabajo en equipo, estuvieron horas estudiándola situación, ellos no tenían magia, eran como hormiguitas, desolados no sabían que hacer.

Los tres se abrazaron y cada uno usaba sus poderes, esa era su magia la unidad y la amistad, durante ese abrazo, crearon fulgurantes destellos de luz alrededor del sombrero mágico, el sombrero a su vez lo enviaba a cada rincón del castillo llegando hasta Grimorax, que como una gran ola le llenó de color, volviéndose brillante, así fue vencido ya que nunca más pudo cambiar los colores del reino y no pudo desaparecer.

Cuando salieron del castillo, todo era de color hermoso, como los que ellos conocían y el arcoíris, volvería a brillar intensamente, para nunca más desaparecer.

Estos jóvenes héroes, volvieron a meterse bajo Little Hat, apareciendo en una pradera verde de su Pueblo, donde pastaban las vacas tranquilamente y comían flores.

Guardando el sombrero mágico con mucho cuidado, en un lugar secreto para usarlo cuando tuviesen ganas de más aventuras.

BUKARTEz 1998

FLORES DE RESILIENCIA - BukarteZ

 

Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y valles verdes, donde vivía una campesina llamada Margarita, de aspecto débil y pequeña, pero fuerte en su interior, hasta que dejó de serlo.

le gustaba mucho cultivar hortalizas, flores y cuidar árboles frutales, todo de manera ecológica, era muy querida por todos, además de su generosidad, pues le gustaba compartir con sus vecinos, era por su carácter alegre, su risa llenaba el aire mientras trabajaba entre tomates jugosos y zanahorias crujientes, mientras tanto cantaba canciones que ella misma iba inventado, como decían que hablar con las plantas y cantarles, mejoraba la producción y la calidad, pues dado su calidad debía ser verdad.

Todos los domingos los agricultores, vendían sus productos en el mercado local, de donde venían personas de otros lugares, incluso lejanos para comprar lo que ellos ofrecían.

Un domingo soleado de primavera, cuando ella estaba en su puesto ofreciendo sus mercancías, apareció un cliente encantador, que también amaba la naturaleza, y le gustaban los productos ecológicos, a partir de ese día, ese hombre no faltaba ni un domingo para hacer la compra.

Un día le preguntó, si al terminar la venta, podría ayudarle a recoger todo e invitarla a tomar algo, ella acepto, pues el hombre era muy buena gente.

Durante la merienda, ella le explicaba como hacía que sus plantas estuviesen tan sanas y sabrosas, el escuchaba muy atento y con mucho interés, al final compartieron historias y anécdotas sobre cosechas.

A partir de ese día, el comenzó a prestarle ayuda en todo lo que necesitaba, pues el trabajo de montar y desmontar la feria era tedioso y pesado, pronto se hicieron amigos inseparables, poco a poco el se fue colando en el corazón de la chica y comenzó a visitarle más a menudo a su huerta. Solían Cada tarde conversaban mientras cuidaban de las plantas y Margarita disfrutaba de su compañía y sentía que había encontrado a alguien especial.

Samuel, que así se llamaba el hombre, era fuerte y apuesto, además de ser encantador, un día le pidió matrimonio, a lo que ella muy contenta accedió, y se fue a vivir a casa de Margarita.

Sin embargo, pasaron los meses y lo que parecía ser una pareja sólida y enamorada, comenzó a desdibujarse. Samuel poco a poco se iba quitando la mascara que llevaba puesta, revelando gradualmente una personalidad oscura, podía alternar entre ser cariñoso e irritable sin previo aviso, al principio Margarita no le dio importancia, pensó que todos tenían días buenos y malos.

A medida que avanzaba el tiempo, la convivencia se iba poniendo cada vez más incomoda, ella se sentía cada vez más dependiente de él emocionalmente, aquella luz que tenía y su sonrisa, fueron disipándose, y una tristeza invadió su rostro, ya no era independiente como antes, sino que dependía para todo de aquel hombre.

Sus palabras dulces la envolvían como miel, en algunos momentos, y volvía a se el ser adorable que conoció, pero de repente todo se tornaba en críticas que eran dolorosas como espinas al corazón, y ano iba sola al mercado, el iba con ella, con la disculpa de ayudar, y la situación cada vez era más tensa, Margarita trataba de complacerlo constantemente para evitar su ira.

Samuel aprovechó esta situación, para criticar y su trabajo y tratarla con tono despreciativo, y Margarita llegó dudar no solo de su trabajo, sino también de si misma, pensaba que estaba actuando mal y por eso Samuel no era feliz a su lado.

Llegó un momento en el cual Samuel tomó control sobre todas las decisiones relacionadas con la huerta, hasta los colores vibrantes comenzaron a perder vida cuando él estaba cerca, ella luchó internamente tratando escapar de esas garras opresivas pero el miedo siempre ganaba, y la paralizaba.

Con el paso del tiempo pasó desapercibida la situación ante la gente del pueblo, pero la vieron un cambio radical en toda su actitud, incluso en la calidad de los productos que vendía, un domingo que Samuel no fue a la feria, se le acercó una anciana del pueblo que le dijo que deberían hablar, invitó a tomar el te en su casa y Margarita acepto.

La anciana, que se estaba dando cuenta de todo, le dijo que no debía seguir al lado de Samuel, pero ella tenía miedo, le había arrebatado su personalidad, y Margarita se echaba la culpa de que el actuaba así, por no hacer bien las cosas.

En el pueblo había una red de mujeres, que se reunían para ayudarse mutuamente e invitaron a Margarita que se uniese a ellas, empezó a asistir a esas reuniones, con problemas, pues Samuel no la dejaba, pero un día todas juntas fueron a hablar con él, y le hicieron entrar en razón.

Allí se leían antiguos cuentos llenos sabiduría, aquellos relatos tenían razón, y le recordaron, como era y en lo que se había convertido.

Con la ayuda de sus compañeras volvió a revitalizar su fuerza interior, y a dejar de tener miedo, pues no estaba sola, y se enfrentó a Samuel, con la ayuda de los esposos de las otras mujeres.

Un día en el mercado, todos y todas fueron a hablar con el y cuando le dejaron en evidencia delante de todos, el hombre como vino se fue, y nunca jamás se apareció de nuevo por aquel pueblo.

Margarita retomó las riendas de su vida, su huerta floreció como antes o mejor, dando lo mejor de sí, dulces frutes sabrosas hortalizas y flores maravillosas con un aroma que envolvía todo el lugar.

Con la ayuda de sus vecinos y vecinas, revitalizada su paz interior, volvió a ser feliz, y jamás volverían a faltar flores en ningún jarrón.

BukarteZ 2020

sábado, 26 de octubre de 2024

LA REINA Y EL TRONO DE MARFIL - BukarteZ

 


En un lejano reino vivía una princesa llamada Verónica, además de bella todos la querían por tener un corazón amable y una sonrisa contagiosa, vivía feliz en su palacio sin preocupaciones, cantando por los jardines, mirando los nenúfares que flotaban en el estanque, donde los cisnes majestuosos nadaban, junto a los peces de colores, todo era paz, felicidad y armonía.

Pero cerca de ese lugar, en un bosque oscuro y tenebroso, vivía un mago, que odiaba ver a la gente feliz, y por eso no soportaba a la joven princesa, era un hombre amargado, que vivía mirando la vida de los demás, en lugar de preocuparse de la suya, no soportaba tanta felicidad, y un día que la vio paseando por los jardines, contenta como siempre, la mandó un conjuro, deseando que cuando fuese mayor no fuera feliz.

Cuando llegó a la mayoría de edad, la princesa seguía siendo feliz, su maldad no había podido llegar al corazón bondadoso de la princesa, por lo que tuvo que inventar algo, para que no estuviera siempre contenta.

Se convirtió en reina encantadora, y eso le hizo entrar en cólera y pensar en algo, para que dejara de serlo, no sabía porque la maldición no había funcionado, y mientras tanto ella seguía canturreando entre los rosales.

Un día la reina, recibió de regalo anónimo, era un trono magnífico hecho de marfil, ella estaba muy contenta con aquel obsequio, era precioso, pero era un regalo envenenado, estaba encantado con un maleficio que pronto descubriría.

El trono tenía un poder misterioso y maligno, a partir de ese momento, no podía pasear, ni alejarse de él, siempre que intentaba alejarse, el trono la atraía mágicamente de vuelta, y se sentaba, se pasaba la vida sentada, allí sin poder salir de paseo, como lo solía hacer por el jardín.

No podía alejarse de él, cada vez que daba tres o cuatro pasos, inmediatamente e irremediablemente el trono la atraía hacía él, de manera que no podía salir a ninguna parte, como hacía cuando era una alegre princesa soñadora, solo podía escuchar el canto de los pajaritos a través de las ventanas del palacio, su tiempo de libertad se había acabado, ahora era prisionera de ese trono, blanco y frío, recordaba los tiempos en que no tenía que estar sentada en ningún trono, por muy de marfil que fuese.

Verónica se sentaba con tristeza, estaba deprimida y apática, solo deseaba ser libre, sentada en su trono durante días y horas, añorando sus días felices.

Como pasaba tantas horas allí sentada, le daba tiempo para pensar, lo que más tenía era tiempo para pensar, estaba tramando como poder alejarse de aquel maldito trono en el que se pasaba horas y horas.

Se aburría mucho y pensó si al menos tuviera un libro, se le haría más corto el tiempo. Un día que el trono estaba más tranquilo de lo normal decidió alejarse y subió a la torre más alta del palacio, donde estaba la biblioteca.

Decidida a recuperar su felicidad y libertad, comenzó a investigar sobre antiguos hechizos y leyendas, no podía ser otra cosa, lo que le pasaba.

cuando llegó a la biblioteca se puso a buscar algo para leer mientras estaba perdiendo el tiempo en aquel horrendo trono, por lo menos leer la haría viajar, imaginar lugares hermosos, vivir aventuras y sobre todo investigar como acabar con aquel embrujo.

Estuvo merodeando por la biblioteca, escudriñando todos los rincones, tenía que encontrar algo, una pócima o lo que fuese, para acabar con aquella pesadez, y no encontró nada.

Rápidamente El trono la reclamaba nuevamente, salió corriendo, tenía que volver a sentarse en él, pero mientras corría para llegar, en su camino se encontró con un gnomo, los gnomos son muy sabios por lo viejos que son y por todo lo que han vivido, Palito, que así se llamaba el gnomo, le habló sobre el verdadero significado del liderazgo, el trono no era su líder, a un líder se le sigue, no obliga a que le sigan, y le dijo una frase: "La fuerza no reside en el trono sino en tu espíritu", desde entonces, seguía unida al trono de marfil, pero se lo tomó con filosofía y tranquilidad, decidiendo vivir adaptándose a la situación hasta que cambiase, si algún día lo hacía, pero la fuerza residía en ella, en su interior, y volvió a cantar, a reír, y ser feliz, en su trono de marfil.

Esperando o no tiempos mejores.


BukarteZ 2024

LA PIEDRA LUMINOSA - BukarteZ


Eran tres amigas que siempre estaban leyendo libros en la biblioteca del colegio, un día Valentina, encontró un manuscrito muy antiguo, que contaba la existencia de un lejano y misterioso lugar, donde había una piedra que quien la poseyera, obtendría la iluminación , y por ende la felicidad y la sabiduría.

Valentina, una intrépida chiquilla que quería ser exploradora, con pelo rizado y ojos chispeantes, siempre lista para nuevas aventuras; le vino como anillo al dedo encontrar aquellos papelajos, junto a Sofía, una astuta joven que le encantaban las adivinanza resolver juegos imposibles, además y tenía el don de comunicarse con los animales, siempre iba con su inseparable loro Dodó, y junto a ellas siempre cerca estaba Helena. una joven impetuosa y curiosa, y con un sentido especial para la lógica y las deducciones, con trenzas doradas, que siempre llevaba algún un libro en la mano, las tres juntas eran invencibles.

Las niñas fueron a buscar al señor Tomás, un sabio anciano del pueblo, con barba blanca como la nieve y lentes que le daban un aire curioso; que conocía muchas leyendas y cuentos antiguos, que podían ser verdad o no, y le llevaron lo que habían encontrado, para que las aconsejase.

Efectivamente, el aciano les contó que, existía una vieja leyenda, que decía que en algún lugar existía la Piedra de la Sabiduría, una piedra mágica conocida como "la Luminosa" era una esmeralda gigante, casi del tamaño de una gran manzana, que brillaba como un diamante, y quien la encontrara sería poseedor de la sabiduría y por ende, de la felicidad, en teoría esa piedra mágica llenaba los corazones de alegría, a quien la poseyera, sería dichoso, pues además de conceder deseos.

El señor Tomás, les dio, una especie de mapa medio roto, que unido a lo que habían encontrado era donde venían las coordenadas del lugar, donde podría estar la piedra, pero mucha gente había ido, y nadie la pudo encontrar, por lo que decidieron abandonar la búsqueda por ser un cuento fantástico.

Con tal de pasarlo bien, las niñas decidieron, que sus vacaciones de verano las usarían para en poner en marcha su plan para ir en busca de la piedra tan deseada, por todos, fuese o no verdad, sería un juego divertido.

Lo primero encontraron en su excursión épica fue llegar al Bosque Susurrante, según marcaban las pistas ocultas del antiguo mapa, con valentía se adentraron en el misterioso bosque, donde se enfrentaron pruebas mágicas, ya que ese requisito era imprescindible para poder atravesar ese lugar tan siniestro como atractivo a la vez.

El bosque les iba susurrando lo que debían hacer, después de conseguir atravesar esos árboles milenarios e interminables, que parecían querer atraparlas con sus ramas, a modo de brazos, para jamás pudieran salir de allí, llegaron, al salir de aquel sitio tan siniestro, llegaron al Monte de la Tempestad, y en ese momento, una gran tormenta se formó a su alrededor, pero con la valentía de Valentina, que les iba dando ánimos, la escalaron con muchas dificultades, pero con optimismo de conseguirlo. Al llegar a la cúspide vieron que al otro lado había un valle al que según el mapa debían descender.

Bajaron del monte, y la cosa se puso un poco peor, el mapa se iba borrando, sin ningún sentido, y las letras y los trazos se iban disipando, según iban alejándose de aquella montaña y acercándose a la base,  no conseguían saber por donde seguir, ni por donde iban, pero gracias la lógica de Helena, y siguiendo su instinto y su gran sentido de la orientación volvieron la ruta correcta, y en el mapa poco a poco volvían a aparecer los trazos, y las leyendas.

Así  iban usando sus dones, sin darse cuenta, ni siquiera sabían que era poseedoras de ellos, Con ellos y juntas pudieron enfrentarse a desafíos, en los que pusieron a prueba su ingenio y osadía, juntas vencían todos sus miedos.

Valentina, no dudaba en ningún momento en seguir adelante, y por la ruta marcada en aquel pergamino. Sofía, tuvo que resolver acertijos que les plantearon las criaturas mágicas, que eran una especie de duendes de orejas puntiagudas y zapatos que llevaban cascabeles, para poder seguir en su camino, y con la lógica Helena, no había nada que las detuviese.

Cuando ya estaban muy cansadas y la noche iba llegando, decidieron ir a un río bravo, sus turbulentas agua, pensaron que al la orillas podrían pasar la noche, haciendo un gran fuego.
Sin embargo, sus planes se estropearon, debían atravesarlo, pues al llega a la orilla se encontraron con un lodazal.

Sin embargo, se podía ver que la otra orilla, tenía una agradable playa, y allí podían dormir, pero no sin antes cruzar aquella corriente que era tremendamente peligrosa, una de las más fuertes que existían, y podía arrastrarlas hasta caer por una catarata.

Gracias a Dodó, el loro, que pidió ayuda a unos  los flamencos que por allí pasaron, lograron atravesar sin mojarse ni un pelo, se montaron en las mágnificas aves y volando llegaron a la otra orillas.

Con la ayuda de la exploradora Valentina, no tenían pérdida, pues sabía interpretar los mapas a la perfección, y Sofía y Helena resolvían los inconvenientes, que les iban surgiendo, así poco a poco iban avanzando en su cometido.

Pasados varios días, volvieron a ver una montaña, observaron el mapa y en ese ponía el nombre de la Montaña Murmurante, y protno descubrieron porqu tenía ese nombre, les habló muy bajito y ondicó por donde entrar a ese volcán, que tenía en codiciado tesoro.

Hicieron lo que les murmuró y llegaron a su interior, siguiendo unos rayos que salían del centro, las tres niñas animadas por Valentina, se aventuraron a descender por unas cuerdas que había colocadas en el exterior, alguien las había abandonado en el intento por alguna razón.
En la puerta de la gruta que daba
 paso, había un cartel que decía, que solo los limpios de corazón podrían atravesar, pues si no lo fueran, se convertirían en piedras.
Las niñas al leer aquello, no les importó, y siguieron adelante según tenían previsto, y al entrar a la gruta,
allí en medio, sobre un pedestal de mármol, estaba "la Luminosa", brillante como nunca antes  habían visto nada parecido.

Muy contentas por haber conseguido encontrar su recompensa, la famosa piedra era mágica, por lo que era deseada por todos.

El asunto era saber a quien pertenecía, pues las tres la habían conseguido encontrar, y de repente se dieron cuenta, es que eso no les importaba, que lo que más deseaban era fortalecer los vínculos de amistad entre ellas, y fue el deseo que pidieron a  "La Luminosa" de esa manera serían felices, solo con ese pensamiento, la piedra había hecho ya la magia.

Al tocarla juntas, entendieron que su vínculo había aumentado, su deseo se había cumplido, y ese había sido el verdadero cambio mágico. 

La luz envolvió el bosque que antes era sombrío y la luz volvió a todos los rincones, mientras ellas reían felices; pues ese era el gran regalo, eran felices porque eran amigas.


BukarteZ 1999

jueves, 24 de octubre de 2024

NIMBUS, PRISMA Y CHISPITAS - BukarteZ

 


Había una vez un magnífico Pegaso blanco, que se llamaba Nimbus, en honor a las nubes que surcaba, con sus enormes alas que brillaban como la luna. Su pelaje era suave y reluciente, pero lo que más destacaba eran sus ojos por su mirada inteligente.

Un día, volando por los cielos azules, decidió bajar a un prado verde para descansar y beber agua en un pequeño arroyo que por allí corría, cuando se disponía a beber, escucho unos cascos y al mirar se encontró con un Unicornio de arcoíris, que pastaba tranquilamente en la pradera, su melena resplandecía en todos los colores del horizonte y su cuerno destellaba con un brillo mágico.

El Unicornio arcoíris tenía el nombre de Prisma, porque reflejaba la luz y los colores del mundo a su alrededor, al igual que Nimbus, estaba tratando de llegar al País de la Fantasía.

Nimbus le dijo a Prisma, que Juntos, formarían un dúo brillante para ir en busca de ese país de la Fantasía, pues dos cabezas piensan más que una, por lo que decidieron hacer el viaje juntos, llenando el camino de alegría, magia, y aventura, los dos hicieron buenos amigos rápidamente y decidieron emprender juntos una aventura, para encontrar el País de la Fantasía. Volaron sobre montañas doradas y ríos de cristal hasta llegar a aquel lugar maravilloso lleno de flores cantantes y árboles danzantes.

Cuando llegaron a su destino, aquello les deslumbró, era mejor que lo habían imaginado, cuando descendieron a un prado, se encontraron a un pequeño dragón llamado Chispitass, que estaba llorando, le preguntaron que porque estaba triste, y el pequeño, les dijo que no sabía “vuolar”, ni echar fuero por sus fauces, solo unas pequeñas chispas y un poco de humo.

Los dos amigos le dijeron, que cuando estuvieran ya asentados en el sitio, le enseñarían a “vuolar” como decía él, y le explicarían cómo elevarse entre las nubes mientras reían en su mágica tierra llena de maravillas.

Así fue así como, conocieron a su primer amigo en el nuevo lugar, crearon lazo inquebrantable entre ellos tres, explorando cada rincón del país donde todo era posible.

Mientras investigaban, poco a poco, un manto oscuro, iba como una manta, tapando todo el País de la Fantasía, y Nimbus, Prisma y Chispitas, se pusieron a buscar un sitio para pasar la noches, y de repente escucharon risitas suaves que resonaban entre los árboles brillantes, siguiendo el sonido, encontraron un grupo de hadas danzando en un claro iluminado por luciérnagas, les recibieron muy amigablemente y cuando les dijeron que necesitaban un sitio para pasar la noche, iluminando el camino, les acompañaron a la ciudad de la magia, allí vivían y podían elegir el lugar que deseasen que no estuviese ocupado.

Las hadas eran pequeñas y luminosas, con alas transparentes que destellaban como diamantes al sol; tenían vestidos hechos de pétalos y hojas, y sus ojos reflejaban estrellas; cada una tenía su propia chispa única, y vivían en unas casitas que parecían linternas colgadas de las ramas de los árboles, construidas con pétalos de flores gigantes, y hoja decoradas, que decoraban con cristales mágicos. 

Estas preciosidades,  se dedicaban a cuidar la naturaleza; hacían crecer flores cantoras, guiaban a las abejas para que encontraran las mejores plantas, acompañaban a los colibrís para que libaran en los mejores sitios, y las libélulas fueran a los arroyos con el agua más clara, a las mariposas que bailaran en los prados más verdes, les hizo gracia Chispitas que soñaba con volar alto junto a sus amigos voladores, las hadas le prometieron que ellas también le ayudarían con su polvo mágico, y creando vientos suaves para que él pudiera elevarse; Chispitas se puso muy contento, pues estaba seguro, que volaría.

Así pasaron días llenos de risas, magia e imaginación mientras todos juntos decidieron enseñar a volar a su pequeño dragoncito, que en pocos días había crecido mucho, Nimbus lo subió a su grupa junto, le soltó en el aire, y las haditas volando a su alrededor echaron polvo de hadas y Chispitas voló.  Que feliz estaba.

Todos juntos, se fueron a buscar un lago encantado que no sabían donde estaba, pero que unos gnomos les habían indicado el camino, también les habían dicho que tal vez se enfrentasen a algún desafío, pero juntos eran más fuertes, y lo vencerían.

Mientras volaban sobre bosques dorados, se encontraron con una oscura niebla que cubría el camino, al acercarse, descubrieron que era la bruma que había sobre una ciénaga, que antes había sido un precioso lago, pero que un antiguo hechizo lanzado por una bruja solitaria, lo había echo feo, y esa niebla había atrapado a los habitantes de una pequeña aldea, entre todos determinaron eliminar la bruma, y las hadas usaron su magia para disiparla, y así ayudar a liberar a todos los habitantes, pero no pudieron.

Su magia no funcionaba, la bruja había dejado una trampa, y es que para liberarlos deberían hacer tres retos.

El primero, era atravesar el Puente de las Ilusiones sin dejarse engañar, para luego resolver la adivinanza de un sabio búho guardián, y finalmente encontrar la flor mágica, que se llamaba “Flor de Luna” y que florecía e solo bajo la luz de la luna llena.

Y al terminar todos los retos, los habitantes volverían a sus casas, y el lago que buscaban, que ahora era una ciénaga, volvería a ser un hermoso estanque, lleno de peces, cisnes, patos y demás criaturas.

Nimbus, usó su agilidad para cruzar el puente, Prisma resolvió la adivinanza que le propuso el buho, las hadas junto a Chispitas; buscaron y encontraron la flor de luna, que deshacía los hechizos.

Esta Flor llena de magia, era una planta delicada con pétalos plateados que reflejaban la luz de manera hipnótica, creando un brillo suave en la oscuridad,  y emanaba una fragancia dulce y envolvente, esa era la flor que tenía el poder de romper encantamientos, sí alguien lo pedía con sinceridad desde el corazón. Además, sus raíces estaban conectadas a la energía del País de la Fantasía, manteniendo equilibrado todo su ecosistema mágico.

La flor de luna, tenía el resplandor plateado más brillante que jamás habían visto, todos juntos para ser más fuertes pidieron el deseo desde lo más profundo de su corazón.

Desearon que todos los seres atrapados por un sueño profundo, se despertaran, ese fue un momento donde su valentía e intención pura, sus pensamientos brillaron intensamente, incluso más que las propias estrellas, todos volvieron a su estado natural, como si el tiempo no hubiese pasado, ni nada hubiera ocurrido.

Las propiedades mágicas eran únicas, y como un resorte se pusieron en marcha, cuando la tocaron todos a la vez, con el mismo pensamiento. 

Su luz emitió unas ondas de energía mágicas que rompieron el encantamiento, Las partículas brillantes generadas por la flor envolvían a quienes estaban atrapados en sueño profundo, despertándolos lentamente mientras los conjuros se disipaban.

La bruma de la ciénaga desaparició y de la oscuridad paso a la luz, apareciendo un maravilloso lago de aguas azules  transparentes, llena de peces de colores, cisnes, patos, gansos y todos los seres que en esas aguas vivían.

Los habitantes volvieron a sus casas y el maravilloso lago volvió a tener la vida que siempre había tenido, y la bruma se disipó para siempre.

Las haditas, volvieron a su aldea, y los tres amigos, volaron a correr nuevas aventuras.

BukarteZ - 2003

miércoles, 23 de octubre de 2024

EL DUENDE Y LAS Estrellas (1.997) - BukarteZ

 



Me imagino que a más de un niño o niña, nos hubiera gustado o nos gustaría tener un amigo duendecillo con el que poder jugar.

Nuestro duende se llama Gota de Agua, tiene unos ojos muy grandes de color azul, con una mirada traviesa, y los pelos de color amarillo, que cuando les da el sol reflejan como si fueran de oro, siempre va vestido de rojo y como suele ir dando brincos el cascabel que tiene dorado al final de su capucha suena cada vez que baila o salta, es fácil saber por donde anda.

Gota de Agua es un gran dormilón y se pasa media vida soñando, ya sea dormido o despierto, por lo que no se sabe sí esto fue un sueño o realidad, el caso, es que contó, que había subido en una nube, y voló tan alto tan alto, que se salió al espacio, y desde allí pudo ver la tierra, con sus bosques llenos de animalillos, que tenían grandes árboles, y muchas praderas de color verde con miles de flores de todos los colores, con riachuelos y en ocasiones niños y niñas que corrían detrás de preciosas mariposas.

Sin embargo, no todo era verde, también había zonas de color marrón, con grandes ríos, cataratas y animales muy grandes como los elefantes o los hipopótamos.

En su viaje al espacio, aterrizó en un planeta en los que habitaban otros duendecillos, como él y que conocían como era el planeta tierra desde fuera, pues nunca lo habían visitado, Gota e Agua les contó como era en realidad la vida allí, lo que no sabía, es que esos duendecillos tenían un trabajo, muy importante, que era encender las estrellas por la noche, a Gota e Agua le entusiasmó que le invitaran a encender con ellos y le regalaron una pértiga que al final tenía un candil para poder llegar hasta las más lejanas.

Pasado un tiempo, Gota de Agua tuvo que regresar a la tierra, y esperó hasta que llegó otra gran nube, que parecía de algodón para llevarle de vuelta a casa, pero estando en la tierra, Gota e Agua empezó a sentirse triste, dejando de brincar y cantar por los pasillos del palacio. Ya no sonaba su cascabel dorado, no se oía su risa ni su canto, como hacía en otros tiempos, había conocido algo que era mucho mejor y además allí estaban sus hermanos, por lo que se sentía abatido.

Pasaba las noches sentado en el tejado el palacio mirando al cielo, pensando como en ese momento, sus amigos duendecillos, estaban enciendo las estrellas que se veían desde la tierra, y las lagrimas le caían por sus mejillas sonrosadas.

Los niños y niñas del palacio, que le encontraban por ninguna parte, y como no podían jugar con él, empezaron a buscarle, muy preocupados por saber que le había pasado, una noche que andaban merodeando por los jardines, vieron una pequeña silueta sentada en el tejado, salieron corriendo para subir y ver quien era, se pusieron muy contentos cuando se encontraron con su pequeño amigo, pero esa felicidad se volvió tristeza, cuando Gota de Agua les contó porque se sentía infeliz.

Como no querían verle triste, decidieron ayudarle para que volviese a ser un duendecillo alegre y vivaz, para que jugase con ellos, y después de pensar y darle muchas vueltas, decidieron que era mejor que volviese al planeta de los duendes, aunque dejasen de jugar con él, para lo que se pusieron manos a la obra, yendo a visitar al Rey de los Vientos, para contarle su problema que como eran tan poderoso podría ayudar al duendecillo.

El rey, escucho su relato y mandó llamar a su súbdito Gota de Agua, para que le contara sus anhelos, decidiendo ayudarle, para ello hizo llamar a una gran nube blanca como de algodón, y le dijo sube, que soplaré muy fuerte para satisfacer tus deseos volveré a enviarte a tu planeta, para que vuelvas con tus hermanos a encender las estrellas.

En ese momento, Gota de Agua, tuvo una mezcla de emociones, tristeza por no poder volver jugar con sus amigos del palacio, y por otro lado una gran alegría por poder volver a encender las estrellas, sin embargo, el rey que era muy bueno, le dijo, no te preocupes, cuando te sientas triste, puedes llamarme y volveré a enviarte una nube para que puedas volver a la tierra.

Gota de Agua se subió a la nube y poco a poco según iba subiendo, veía como todo se iba haciendo cada vez más pequeño hasta desaparecer, cuando llegó al planeta de los enciende estrellas, cuando llegó sus hermanos le hicieron una gran fiesta de bienvenida, estuvo viviendo una larga temporada allí, pero echaba de menos a sus viejos amigos de la tierra, entonces, visito al Rey del Viento, para ver como podía solucionar el asunto, y no era plan, tener al rey todo el día como si fuera un transportista, por lo que le dio una solución, que le pareció interesante.

Le iba a regalar una gran nube muy blanca y muy cómoda, para que se instalase en ella, situándola entre el planeta de los duendes y la tierra, desde donde podría ver los dos sitios y además regresar en ese algodón palacio, cada vez que lo deseara, o volver con sus amigos al planeta de los duendes, cada vez que quisiera.

Se subió a esa nube y según se iba a cercando a la tierra, Gota de Agua, no cabía de gozo, y batía sus manos, aplaudiendo, porque veía cada vez más grandes, los árboles, las montañas, los ríos, y poco a poco sus ojos aumentaban de tamaño al contemplar nuevamente esa maravilla de alfrombras verdes cubiertas de flores de colores, donde volvería a perseguir mariposas, cuando por fin la nube le dejó en el suelo se tumbó en la hierba para oler su fragancia y perderse entre sus flores.

Nuevamente jugó, saltó y brinco con los niños y las niñas, hasta que pasadas su vacaciones, con su nube mágica volvió a su planeta para encender las estrellas.

A partir de ese momento pudiendo hacer escapadas entre la tierra y el espacio, nunca más volvió a estar triste y su cascabel jamás dejó de tintinear.


BukarteZ 1997

EL ZORRO ENAMORADO DE LA LUNA –BukarteZ

 


Listo era un animal esbelto y ágil, con un pelaje anaranjado brillante que resplandecía bajo la luz de la luna. Sus ojos eran astutos y curiosos, llenos de una chispa vivaz que mostraba su inteligencia y su espíritu aventurero. Su cola espesa siempre se movía sutilmente, como si marcara el ritmo del viento.

Vivía en un hermoso bosque, cerca de un gran lago por donde merodeaba cada noche, cuando el sol se ocultaba y la oscuridad cubría su hogar, Listo paseaba junto al lago que era a la vez sereno y majestuosamente hermoso.

Sus aguas reflejaban el cielo estrellado junto con las suaves olas causadas por la brisa nocturna. Alrededor del lago crecían frondosos árboles que susurraban secretos al viento, creando un ambiente mágico repleto de misterio y tranquilidad, donde se reflejaba la luna brillante como si fuera una joya en medio del agua, en noches claras.

la superficie del agua brillaba como un espejo plateado, capturando cada destello de la luna, embrujando a todos aquellos que lo miraban.

Listo había comenzado a enamorarse de ese resplandor plateado, sintiendo su luz acariciar su pelaje anaranjado, la luna parecía entenderlo, moviéndose suavemente, con el vaivén de cada ola del lago mientras él la miraba embelesado, que bonita estaba, cuando se bañaba.

Una noche fresca y agradable, el zorro al contemplar esa visión deslumbrante, quedó mudo, cuando estaba mirando el reflejo de la luna, y desapareció a medias o aparecía entera, pero , de repente, miró arriba, y no estaba allá en lo alto, Listo se preguntaba, sí estaría ahogada, el no se había dado cuenta que una nube gris, la tapaba, y cuando el viento la  movía movida, la luna poro a poco desaparecía, y volvía a aparecer, pero una de las veces no volvió.

Desesperado por salvarla de aquel manto gris oscuro que había cubierto el lago, el valiente zorro decidió hacer algo audaz, y se tiró agua, mientras que con el chapoteo el agua del lago, a veces se le veía, y otras no, pero el estaba dispuesto a salvar a su amada luz lunar.

Notó cómo el reflejo desaparecía lentamente tras las ondas formadas por sus movimientos, la busco y llamaba a gritos; pero pronto se dio cuenta de que ya no podía encontrarla, pensando lo peor, creyendo que ella se había quedado atrapada para siempre bajo las aguas profundas.

Listo dejó de nadar y empezó a hundirse lentamente entre los murmullos del silencio nocturno, quería ser tragado por esa sombra negra, sin embargo, antes de perder toda esperanza, el zorro cerró los ojos, y flotando subió a la superficie, cuando abrió nuevamente los párpados, mirando al cielo, vio la luz sobre sí mismo, era un brillo radiante, provenía de la luna, que iluminaba todo a su alrededor, y se preguntaba, como se había salvado y subido otra vez, allá arriba.

Bukartez 2008

martes, 22 de octubre de 2024

SIMÓN EL CAMALEÓN - BukarteZ

En la selva amazónica, cerca del río Amazonas, había un lugar, donde vivían todas las iguanas, de todos los tamaños, entre sus grandes árboles, que no dejaban pasar el sol a la tierra, de los frondosos que eran, allí arriba solo se oía el rumor del agua y el murmullo del viento entre sus hojas, los gigantes árboles tenían una bruma en lo alto de las copas, a modo de boinas. Los árboles susurraban secretos al aire, entre esas ramas, donde habitaban los curiosos camaleones, vivía un camaleón llamado Simón, a diferencia de los demás camaleones, cambiaban su color, según el lugar donde se colocasen, pero el pobre Simón, tenía siempre el mismo tono verde apagado con unas manchitas marrones, que apenas se distinguían.


El pobre camaleón, estaba muy triste porque no podía cambiar su color, y apenas de su rama, los otros camaleones venían a buscarle para jugar, pero no se movía de su rama, solo estiraba su larga lengua para cazar alguna mosca, anhelando tener un vibrante y hermoso color.

Un día llegó a sus oídos, que en una montaña lejana multicolor, vivía el Hada Arcoíris, y una mañana soleada y fresca, decidió emprender su aventura, para ir en busca de ese hada tan famosa, como todas las hadas pueden usar su magia, y hacer cumplir deseos, estaba entusiasmado con poder hacer realidad su sueño, y comenzó su largo viaje.

Tras andar durante días, colgándose con su cola de rama en rama, llegó por unos senderos serpenteantes a un río, en el que había un puente de piedra, con aguas cristalinas donde nadaban peces dorados, y había sapos. Simón le preguntó al sapo Ramón, que si había escuchado hablar del hada Arcoíris, indicándole el camino que debía seguir, y después de varias horas, llegó a las faldas de la montaña multicolor, que ya la venía viendo desde lejos, cuando los rayos del sol la iluminaban.

De repente, un gran gruñido surgió de las entrañas de la montaña, pues allí vivía Drako, el dragón guardián de la montaña, era tan grande como 5 árboles gigantes, que abriendo sus fauces, lanzó una llamarada, le brillaron las escamas, como rayos de sol.

Simón muerto de miedo, se escondió detrás de una roca, de donde salió una salamanquesa, que le advirtió, que no era tan malo como parecía, que solo pretendía asustar a los forasteros, pero si le hablaba con delicadeza y le contaba sus necesidades, Drako le ayudaría en lo que fuera menester.

El dragón con una voz profunda y con un rugido, le preguntó, que quien osaba molestar, el pobre camaleón, temblando de miedo, y con una vocecita apenas se le oía, le dijo, que se llamaba Simón, que tenía un gran problema y necesitaba la ayuda urgente del Hada Arcoíris, y por razón había llegado a la montaña, Drako sorprendido de la valentía del pequeño animal, y su noble corazón, nadie había tenido tanto coraje como como él para llegar hasta allí, pero solo le llevaría a la presencia del hada si lograba resolver tres acertijos antes de ponerse el sol.

El primera adivinanza, era fácil, consistía en saber quien tenía tres patas, cuatro por la mañana, dos por la tarde y tres por la noches, Simón, rápidamente contesto que era el ser humano, y no le hizo falta que pasara ni cinco minutos para responder.

Drako, sorprendido le preguntó la segunda adivinanza, que decía así, blanco es mi color favorito cuando estoy calmando, rojo brillaré si me hacen enfadar, azul cuando busco ayuda, este era un poco más difícil y hasta después de la hora de comer, Simón no pudo contestar, pero le dio la respuesta correcta, le dijo es una vela.

El dragón, estaba impresionado, con lo listo que era aquel bichejo, que además, por su aspecto parecía de su familia, era un saurio, con un gruñido suave, sonrió ligeramente mientras daba vueltas sobre sí mismo, aún receloso de dejar entrar a Simón, veía que no le quedaba otra que permitir la entrada.

Finalmente llegó la tercera y la más difícil, que decía Cuanto más quito más grande se hace. Simón no se daba por vencido, se situó en una roca a tomar el sol de la tarde, le quedaba poco tiempo, pues el sol poco a poco se iba escondiendo, y de repente, miró a la cueva del dragón, y le gritó, la respuesta es un agujero.

El dragón, tuvo que dejarle entrar por la cueva, y al deslizarse llegaron a un cañón que cruzaba toda la montaña, a lo lejos, ya podía ver el castillo, como iba tan lento, Drako, dijo, que se subiera a su lomo, se agacho y extendió unas grandes alas, que salieron volando, haciendo mucho ruido en un segundo, le bajo al suelo en las escaleras, y volvió a su trabajo de guardián.

El Hada Arcoíris le estaba esperando en la gran puerta, era preciosa, de colores brillantes, que casi molestaban a la vista como sí fueran los rayos del sol, le hizo pasar a una gran sala con un trono dorado y unos asiento alrededor, Simón, le contó sus desdicha y ella sacando su varita mágica le concedió el deseo de ser como el resto de sus congéneres.

Simón, se lo agradeció mucho, y sintió una felicidad que nunca había experimentado antes, cuando volvió a la selva, iba saltando por las flores para ver como iban cambiando sus colores , pasaba de un verde vibrante, al rojo fuego, o amarillo con el oro, o marrón como los troncos de los árbol.

Al llegar a sus árboles, todos se quedaron boquiabiertos por su transformación, y querían saber cómo había conseguido ser tan deslumbrante, muy contento se sentaron todos a escuchar su aventura y compartió sus experiencias sobre el dragón Drako y el Hada Arcoíris.

BukarteZ - 1998

MALAPATA SE ACATARRA -BukarteZ

 


Nuestro viejo amigo el pirata Malapata, conocido no solo por su destreza en alta mar, sino también por su torpeza, un día, se despertó con una terrible tos, que hacía temblar hasta a las velas del barco, como estaba siempre en mar, había mucha humedad y se pilló un catarro muy grande, y en ese momento se acordó de la bruja Curuja, que le había pedido vivir en el trópico, y ahora entendía el porque.

Menudo catarro tenía, hasta el loro no se quería poner en su hombro, por la molesta tos, lo había pillado porque hubo una tormenta muy grande, y como se mojó tanto, el frio se le me metió hasta los huesos.

De modo, que puso rumbo hacia la isla donde había dejado a la bruja señora Curuja viviendo, la que ella bautizó con el nombre de “Isla Malapata” porque ella tenía el poder de crear pociones mágicas capaces de curar cualquier mal, o enfermedad ella sanaba.

Parece que el pobre pirata no estaba en racha, y zarpó para tener una aventura, y vaya que si la tuvo , y bien grande, tan mala suerte, que se encontró con desafíos inesperados, era una gran tormenta furiosa y como removió tanto el mar, de las profundidades salieron unos monstruos marinos, que jamás había visto y que atacaban el barco, con lo bonito que lo tenía, estaba preocupado no se hundiera, por fin, pero al final como no pudieron volcar la goleta, se fueron, y después de muchos días sin ver tierra, por fin llegaron a la isla después de muchos días difíciles.

Dejó el barco fondeado, y con su loro al hombro se dispuso a llegar a la playa, cuando se acercaron a la casa de la señora Curuja, allí no estaba, pues ahora a la mujer, le había dado por los viajecitos.

Así que se volvió a su barco, con esa tos de perro, para esperar que volviese la bruja, menos mal, que en ese lugar el tiempo siempre era bueno, y hacía calor, una tarde que andaba el pobre pirata en su cama con fiebre, tocaron a la puerta, toc .. toc.. y enseguida el pensó , que no podía ser otra que su amiga.

La bruja al otro lado de la puerta le preguntó, "¿Qué te trae hasta aquí, pirata?" preguntó la señora Curuja con su voz de cazallera.

El señor Malapata le invitó a entrar al camarote, y le explicó su enfermedad, estaba en la cama muerto de frio pro la fiebre tan alta y sudando como un pollo, además de esa tos tan fea, suplicando ayuda a la bruja, para que le curase, que por culpa del mal tiempo, se encontraba así, la bruja sonriendo y enseñando su único diente, le dijo que a ella se lo iba decir, lo que pasa con el frío.

El señor Malapata, fue a la isla con su loro en su chinchorro, mientras la señora Curuja en su cocina, con su bastón mágico, daba vueltas a un caldero que tenía al fuego, lleno es una especie de caldo verdoso, con burbujas del que salían patas de rana, arañas, a cada vuelta que daba con su bastón; cuando estaba ya el caldo acabado, le sirvió un vaso medio roto y sucio con el brebaje, y le dijo que se lo bebiera de un trago.

El pirata sin pensarlo, se lo bebió, como ella de había dicho, e inmediatamente sintió cómo un calor le recorría todo su cuerpo y pasaba por sus venas, aquello según bajaba por su garganta iba mejorando y lo notaba, al poco tiempo, ya estaba curado, no le dolía la garganta ni tosía y menos aún tenía estornudos o fiebre.

Pasó varios días en su goleta, fondeada en la isla, hasta que se encontró totalmente recuperado, se dio un paseo por el lugar, y ya que estaba andaba por allí, se llevo algo de valor de su arca escondida, para pasar otra temporada, sin atracar barcos.

La señora Curuja, le dijo que ella volvería a marcharse de viaje, pues como ya no le dolía nada, por lo que podía seguir volando con su escoba mágica y su gato, sin necesidad de aterrizar cada quince minutos, ya no le dolían los huesos.

El señor Malapata, zarpó nuevamente, con la energía renovada, perdiéndose en la lontananza, ya volvía a tener ganas de pasar nuevas aventuras, sin olvidar de llevarse la pócima mágica que la señora Curuja, le había regalado, por si volvía a enfermar, pues curaba cualquier clase de mal.

Y así la señora Curuja y el señor Malata, cada uno en su transporte se alejaron por el horizonte.

BukarteZ  2024



lunes, 21 de octubre de 2024

LA AVESTRUZ MARÍA JESÚS - BukarteZ


En la cálida sabana, donde las hojas susurraban al viento, vivía una avestruz llamada María Jesús, muy amistosa y simpática, con buenas ocurrencias para la diversión, y siempre estaba inventando algo.


Era conocida por ser la más rápida y elegante corriendo entre todos los animales, siempre corría, muy estirada mirando hacía delante para llegar a la destino lo antes posible, a todas partes iba corriendo, le gustaba la velocidad.

Como la Sabana siempre andaba todo el mundo ansiosos y estresados,  "por si me comes o te como, te cazo o me cazas".

 Un día, se levantó optimista y con ganas de organizar algún evento, donde todos pudiesen participar, decidiendo retar a su amigo el borrico Zacarías, que siempre andaba contento y rebuznando, que seguro que se apuntaba, para pasar un día de divertido, él sabía que no tenía nada que hacer contra su amiga, en las carreras, pero como era un juego, aceptó encantado, lo que querían hacer, era jugar.

El sol brillaba en lo alto del cielo azul mientras todos los animales se reunían cerca de un camino lleno de emociones, para pasar un buen rato, todos en armonía, pues a veces la vida allí, era demasiado intensa y acelerada.

llamaron a las elefantas, para que pisando crearan una pista, la hicieron bien ancha, y aunque trabajaron duro, seguía siendo polvorienta, el camino que usaron, era el suyo habitual donde iban a comer, por lo que estaba rodeada de grandes baobabs, cerca de las acacias que ofrecían sombra, y era el lugar preferido de los leones para su descanso.

A lo lejos se podía ver un lago donde andaban los cocodrilos tomando el sol, mientras esperaban alguna presa, que fuera a beber.

María Jesús sabía que ella era más rápida, pero retó a Zacarías, diciéndole a ver quién era más rápido, con una sonrisa amplia en su cara plumosa, aunque todos sabían que un burro no podría igualar la velocidad natural de una avestruz que corre a 69 km/h y un burro a 50 km/h, que tampoco está nada mal.

Los encargados de dar inicio a tan divertido evento eran dos criaturas muy queridas en la sabana; Tiko el babuino y la vieja la tortuga Veloz, la más sabia de todos, por lo que eran los mejores por sus habilidades, para organizar la carrera.

La cabeza pensante, de como se debía organizar roda la fiesta, por supuesto fue la vieja Veloz, que según decían, tenía más de 300 años.

Tiko, estaba subido sobre un baobab, dando instrucciones con mucho entusiasmo, mientras daba piruetas, por las ramas para animar a todos, y gritaba, avisando que faltaba poco para empezar, para que ese colocaran en sus sitios.

Los demás animales estaban muy entusiasmados, la jirafa Twiga la bailarina, estiraba su cuello curioso tan alto como un árbol para observar todo atentamente; un grupo de monos saltaba a su alrededor haciendo bromas, a la pobre jirafa.

Mientras tanto, el león don Leandro, profesor de baile, se acomodaba bajo la sombra de su acacia preferida, para disfrutar del espectáculo con aire regio, estaba pensando, si al acabar la carrera, montar un bailoteo.

Zacarías, Con toda su fuerza acumulada tras días entrenando al lado del estanque y practicando la mejor de sus salidas, mientras le miraban atentamente sus amigos los pájaros cantores, empezó a  calentar sus patas y pezuñas, para no tener ninguna lesión.

Cuando todos estaban ya sentados y atentos, el mono Tiko, moviendo los brazos como si fuera un molino de viento, y con aires de juez olímpico, dio la salida, arrancando, la carrera al grito de ¡ya!.

María Jesús salió disparada como una flecha, gracias a sus largas patas ágiles, su cuello recto y estirado, en una carrera elegante, marcando el ritmo con golpes firmes de sus pies, contra el suelo caliente.

Mientras tanto, Zacarías, salió a su ritmo, sin prisa, pero sin pausa y avanzaba al galope, pero seguro con esa nobleza propia e inigualable que solo él poseía; cada paso que daba, sus pezuñas resonaban dulcemente como tambores alegres, marcando el ritmo en aquella maravillosa mañana africana.

María Jesús,tan rápida como rayo corría  hacia adelante, mirando orgullosa de reojo hacia atrás, para saber donde andaba su amigo el borrico.

Cuando le veía, le preguntaba a gritos que como iba, se lo decía de broma, pero el podía  llevaba un buen ritmo, de modo que no iba a hacer el rdículo, pero  tampoco, lo iba a permitir su amiga.

Zacarías sonrió y rebuznó de contento, pues iba contagiado  por el espíritu de alegría y diversión que se respiraba en el lugar, contestando a María Jesús, que le 
le estaba dando espacio, para no dejarla mal, y seguía a galope, todo lo rápido que podía, pero firme y decidido.

Todos los que allí estaban, gritaban animando a los participantes, 
viendo la gracia que tenía María Jesús y la alegría y el buen humor de Zacarías, aplaudían a ambos por igual.

La carrera comenzaba a tomar forma, y la avestruz iba sacando una ventaja considerable, a cada paso daba una muestra de su velocidad, sus plumas blancas relucían al sol como un destello, empujándose enérgicamente sobre el terreno seco.

Zacarías no se quedaba atrás, él era más lento, pero iba a por todas y corría a galope como si de un corcel se tratara, aunque avanzaba más despacio,  seguía con determinación  disfrutando del camino.

era feliz viendo cómo todos los demás le apoyaban, incluso algunos los suricatos, se pusieron de pie y comenzaron a bailar al ritmo de sus propios corazones por ver al burrito tan valiente.

María Jesús miró hacia atrás y vio como Zacarías, se estaba quedando lejos, decidió bajar la velocidad, pues se trataba de un juego entre amigos, no era cuestión de humillar a su rival.

Como le estaba esperando, vio como se acercaba  Zacarías con esa sonrisa inconfundible, no había otros dientes como esos en toda la abana, tuvo que 
frenar unos segundos más para esperarlo, todos sabían que jamás un burro ganaría a una avestruz, pero era divertido.

Entonces la vieja tortuga Veloz, se acercó al mono Tiko susurrando, para comentarle lo rápido que era Zacarías, aún siendo un burro, en comparación con una avestruz.

Veloz, sabía que cada uno tenía sus propias cualidades, y el estilo no era lo importante, lo mejor de todo era como estaban disfrutando en paz y armonía.


Con una mirada cómplice entre los dos competidores, decidieron seguir juntos al galope al ritmo que marcaba Zacarías, que era el más lento,  y a esa velocidad, cruzaron la meta.

No habiendo ganador, pero si un ejemplo de compañerismo, amistad y nada de egoismo.

Los gritos de los asistentes, estaban al máximo nivel cuando ambos saludaron a todos.  Todo lo habían hecho por pura diversión, y don Leandro organizó, en un momento la fiesta para celebrar la amistad.

Lo importante no es ganar sino participar, y cada un, con sus características y capacidades diferentes.

BukarteZ - 2024

CHIVITA AMIGA INVISIBLE - BukarteZ

 



Esta es la historia de una niña que no tenía hermanos ni hermanas, de modo que se pasaba la vida jugando sola, y leyendo cuentos, en esa ocasión, leía uno cuyos protagonistas eran una ovejita y una chivita.

El cuento, empezaba como todos. Había una vez, en un hermoso prado lleno de flores y verdes colinas, un corderito llamado Lucero, que le gustaba saltar y correr en los prados entre la hierba y las flores, para comer las que estaban frescas y sabrosas.

Tenía un pelaje muy pequeñita y su pelaje suave y blanco como algodón, con los ojos como dos canicas grandes brillantes y negras como el azabache, que miraban todo con curiosidad, pues al ser tan pequeñita, no conocías las cosas y todo le llamaba la atención por ser nuevo.

Un día, mientras exploraba los alrededores de donde vivía, se separó del rebaño, corriendo detrás de un saltamontes, se alejo tanto, que Lucero se perdió, poco a poco el sol se fue ocultando y caía la noche, empezó a tener frio y miedo, no sabía volver a casa con su mamá.

De repente, escucho un sonido conocido, era un cencerro y siguió el sonido, muy contenta, pensando que había llegado a casa.

Pero no, no era su casa, era una cabra de color marrón, y así fue como cuando conoció a Petra, también era mamá, por lo que invitó con mucho cariño a Lucero para que la siguiera a su redil.

Petra tenía una pequeña cabrita llamada Clarita, su pelaje era marrón con manchas blancas, y sus pequeños cuernecitos, parecían dos ramitas en al cabeza, eran tan pequeños que casi no se apreciaban.

Cuando Lucero vio que no era su casa, se puso muy triste, y Clarita la chivita, se puso a jugar con el, y a contarle historias, para que se le pasara el miedo, con su pequeña cabeza le daba topetazos, pues así juegan las cabritas, y el corderitos aprendió a jugar de la misma manera.

Como Petra daba de mamar a su hija Clarita, pensó que era buena idea alimentar también al corderito, pues era un bebe, Lucero estaba feliz, siendo parte de la familia que le había adoptado.

Ese era el cuento que la niña estaba leyendo, cuando se empezó a imaginar a la chivita, tal como la describía el cuento, entonces, aquel animalito, pasó a ser parte de vida imaginaria, era su amiga invisible, nunca le puso nombre, siempre la llamaba "Chivita".

La vida de la niña cambió, ella le peinaba, le ponía lazos, le tiraba juguetes invisibles, y así nunca más jugó sola. Aunque fuese con otras personas, siempre le llevaba atada con un collar y una cuerda a todas partes, como si fuera su mascota, incluso cuando salía con sus padres o familiares, y como no le querían comprar un perro, pues lo suplió, a falta de perro buena es una chivita fantasma.

A veces, un amigo de su padre, la seguía la corriente, y le decía a este sitio no dejan pasar a mascotas, hay que atarla a un árbol , y la dejaba lo más cerca posible, incluso le ponía un cenicero con agua, por si tenía sed.

Realmente, en la imaginación de la niña existía "Chivita", era capaz de verla, pasado el tiempo cuando era adolescente, por supuesto, dejó de ver a su mascota, pero era capaz de dibujarla, pues recordaba perfectamente, como era.

Una vez, que iba por la calle se encontró con el amigo de su padre, que de broma y de forma muy simpática, le preguntó si ya tenía un chivito, refiriéndose a pareja.

Los cuentos enseñan a usar la imaginación, y leer es más divertido, que ver una película de dibujos, en la que el director, no deja paso a la imaginación, sin embargo un escritor deja que fluya, y cada niño y niña participan de forma activa en la historia, todos y todas leen lo mismo, sin embargo, cada cual, lo imagina diferente, y esa es la magia y la fantasía real de un cuento.

BukarteZ  2023

RAÚL Y CICLÓN EL AVIÓN - BukarteZ

 


En una pequeña localidad costera, había un viejo hangar olvidado, estaba escondido y cubierto de maleza, rodeado por la brisa marina que susurraba secretos antiguos. Raúl decidió ir explorar ese lugar misterioso después de escuchar rumores sobre él entre los niños del pueblo. Con cada paso, hacia el hangar sentía cómo su corazón latía más rápido ante la curiosidad creciente.

Al abrir la puerta chirriante con un empujón valiente, entró y dio unos pocos pasos para encontrarse con esa impresionante vista, un avión permanecía solitario bajo la tenue luz que entraba por las claraboyas del techo roto, podía visualizarlo volando alto en el cielo azul lleno de nubes suaves como algodón.

El hangar era amplio y oscuro en su interior; las estructuras de madera crujían como si aún sonaran motores pasados, cuando aviones ruidosos zumbaban alegremente por el aire. 

Las herramientas estaban esparcidas en mesas polvorientas junto a unas antiguas fotografías de pilotos sonriendo mientras lucían orgullosamente frente a sus aeronaves.

Ese viejo avión que alguna vez surcó los cielos con orgullo, tenía su pintura amarilla desvanecida por el paso del  tiempo, sus las alas parecían cabizbajas y desvencijadas, estaban llenas de rasguños y óxido, aunque orgullosas de las hazañas que en tiempos lejanos habían hecho.

El aire del hangar olía a aceite rancio pasado y nostalgia, que se impregnaba en esas viejas vigas de madera repletas recuerdos singulares.

Ese avión estaba lleno de telarañas y polvo por el paso del tiempo, en ese viejo aparato, estaba grabado y medio borrado un nombre: Ciclón, debía ser como se llamaba la aeronave, en otros tiempos, su fuselaje oxidado por la corrosión del mar, sería amarillo brillante, como los rayos de sol, hoy desgastada, con alas que parecían haber olvidado cómo volar. Las ventanas estaban cubiertas por unas cortinillas deshilachadas, rotas y grisáceas por la suciedad y el polvo, los cristales rotos, pero en cada rincón susurraban historias, de tiempo mejores.

Como era un  niño curioso y aventurero, desató su curiosidad en ese lugar solitario. Al ver a Ciclón tirado allí, decidió buscar a su abuelo Felipe, que había sido un gran mecánico, que había trabajado con aviones toda su vida, corrió a su casa, llegando muy sofocado y hablando muy rápido a su abuelo, le pidió que le acompañara, para enseñar  lo que había encontrado, su abuelo Felipe que así se llamaba, sonrió, como si ya supiese de que le estaban hablando.

Cuando llegó al hangar con su abuelo, el pobre hombre iba muy sofocado de la carrera con que le había llevado el crio. 

le pidió  por favor ayuda para repararlo, al hombre le dio un salto el corazón, al ver que se trataba de su viejo amigo, por lo que volvió a sonreir.

Raúl, con mucha efusión, comenzó a fregar el avión, y juntos le quitaron las telarañas y la suciedad, y pronto comenzaron a examinar cada rincón del antiguo motor, los dos juntos limpiaron las piezas oxidadas, estudiando los planos antiguos, con ingenio y conocimiento de mecánica, el hombre utilizó todas sus habilidades para reparar lo que se había estropeado, que era todo, por el paso del tiempo e instaló nuevas piezas,  encontradas en otros aviones olvidados alrededor del hangar, al final entre los dos, pasaron muchas horas trabajando hasta dejar el avión casi impecable, cuando pusieron en marcha el viejo aparato, el motor rugió como un Ciclón, de ahí, le venía su nombre.

Una vez que estaba listo para volar, Raúl no podía contener su entusiasmo, aplaudía, saltaba, gritaba, reía y sus ojos brillaban como si tuviera estrellas dentro, con la ilusión renovada, 
durante semanas compartieron ideas y pensaron cómo volver a pintar, decorar y ponerle guapo, dejando al aparato como nuevo.

Otro día, mientras el abuelo revisaba los instrumentos de a bordo, encontró un compartimento oculto, al abrirlo, encontró un antiguo mapa lleno de estrellas y una extraña escritura que parecía estar en otro idioma, el abuelo decidió investigar más sobre aquel asunto.

le pareció, que eso era un plano para construir una máquina del tiempo, y decidió seguirlo al pie de la letra para poder viajar en el tiempo o a otras dimensiones, o lugares desconocidos, y estaba decidido a poner en marcha esa idea para realizar ese viaje espacial, eso era importante.

El abuelo quería dar una sorpresa al niño, y no reparó a Ciclón como un avión, sino fue un paso más allá, y lo convirtió en la máquina del tiempo, que debetría haber sido, en algún momento.

Talvez, estaba tan estropeado por culpa de algún intento, pero no se lo dijo al niño, porque le quería dar una sorpresa.

Cuando Felipe decidió que Ciclón, estaba acabado, listo para volar nuevamente, y preparado para surcar no solo los cielos sino también el tiempo mismo, decidió que podrían ir a cualquier tiempo y lugar, como a otros planetas, a Raúl le fascinaban las historias de extraterrestres, y estaba decidido a complacerle.

Cuando el abuelo le informó del proyecto, y como lo harían, el niño no lo podía creer, era el viaje de sus sueños, y sus ojos se abrieron e iluminaron como el sol

Finalmente llegó el gran día: todo estaba listo para despegar hacia aventuras inimaginables, y a la mañana siguiente, muy temprano, los dos se dispusieron a iniciar un viaje a lo desconocido.

el piloto colocó al niño un y traje y un equipo de minipiloto y el se vistió con el suyo que aún le servía, después de tantos años, y que no se había deshecho de él, por nostalgia.

Aclaraba un hermoso amanecer, cuando ambos en sus asientos se abrocharon el cinturón de seguridad,  Felipe arrancó los motores, y tocando un montón de botones, Ciclón empezó a temblar y  a sonar como si fuera a explotar. 

Ambos emocionados ante la idea de lo que podría haber más allá de las nubes donde se cree que hay habitantes de otros mundos y son viajeros muy especiales, que a veces nos visitan en sus naves conocidas como OVNIS.

Y comenzó a iniciar su vuelo mágico a través del cielo, despegando, las luces parpadeaban mientras ascendían entre nubes plateadas cargadas con destellos coloridos; giraban danzantes dibujando arcoíris efervescentes, ansiosos por todos lados, hasta poder llegar a tierras lejanas nunca soñadas anteriormente.

De repente como un ciclón, desapareció en el cielo, cuando al poco tiempo, aterrizaron en un lugar muy raro, no era la tierra, se sorprendieron al ver que estaban rodeados por paisajes de color fosforito, vibrantes y ácidos, todo eran colores intensos. Del suelo emergían montañas altas cubiertas de algo morado eran quebradizas, y estaban llenas de caminos serpenteantes cruzados por puentes plateados, y esos ríos no eran de agua, sino de algo parecido a mercurio,  cuyas brillantes gotas reflejaban rayos extraños, que deslumbraban, hasta con las gafas especiales que llevaban.

Cuando Raúl, vio aquello por las ventanillas, se puso nervioso, no sabia donde estaban, ni que podía pasar, aquello era un plantea desconocido, y pronto se vieron rodeados de unos de simpáticos hombrecillos bajitos verdes con grandes ojos saltones que les observaban con muchas curiosidad.

Como empezaron a saludar con las manos, en son de paz, decidieron bajar de la aeronave, y con mucha precaución y cuidado, descendieron por la escalera agarrados de la mano.

Los hombrecillos verdes, les regalaban piedras brillantes, que ellos cogían con agradecimiento, no podían rechazar, mediante señas,  hicieron que les acompañaran a una ciudad suspendida en el aire, donde había muchos personajes como ellos de diferentes tamaños.

Y Así, fue como el pequeño Raúl y abuelo empezaron sus divertidas visitas a ese mundo encantador, donde la amistad era su forma de vida, así como  a otros lugares y épocas diferentes.


BukarteZ 2013

LA ARDILLA LOLILLA - BukarteZ

 




Había una vez una ardilla llamada Lolilla, que vivía en un frondoso bosque lleno de altos árboles, pinos, abetos, robles, y todos los arboles que daban semillas que la alimentaran, como piñones o bellotas, su casa era un nido que estaba en un agujero en el tronco de un gran pino, cerca de un antiguo roble.
Ese frondoso bosque era conocido con el nombre de Parque le las Mil Especies, como nunca las he contado, no se si eso será una exageración.

En ese bosque Lolilla, vivía feliz y contenta, pues podía tener todas las nueces, piñones y bellotas que quisiera, además un riachuelo corría cerca de los grandes árboles.

Lolilla era conocida por todos sus amigos como la ardilla más alegre del bosque, y por despistadilla.

Tenía un carácter curioso y atrevido, pasaba horas explorando cada rincón para encontrar nueces y semillas deliciosas, para luego esconderlas enterrándolas en el suelo, para ir a buscarlas cuando tuviese hambre.

Sin embargo, también tenía una peculiaridad que le hacía única, pero con lo despistada que era, con la llegada de dada otoño se llenaba de emoción, y como había tantas semillas, que le gustaban se ponía a al recolectar para asegurarse comida durante el invierno, pero cuando llegaba el momento de enterrar sus tesoros, como era una despistada, y además para que otras ardillas no se las robaran, lo hacía a toda prosa, no fijándose donde las estaba escondiendo.

Era común verla correr por aquí y allá, escondiendo nueces detrás de troncos o bajo grandes piedras mientras, haciendo hoyos con sus manitas para enterrar sus delicias, mientras canturreaba sus canciones favoritas.

Como si esa actividad no fuera suficientemente complicada ya, justo después lamentablemente olvidaba dónde las había dejado enterradas, entre las prisas y las canciones, a saber luego donde estaban.

Un día soleado decidió iniciar su misión más ambiciosa hasta aquel momento, llenar toda su despensa antes anochecer con suficientes nueces para sobrevivir al frío invierno venidero, además de las que tenía enterradas y escondidas.

Se despertó temprano llena de energía; rápidamente comenzó a buscar entre los árboles y arbustos cercanos para recolectar impetuosamente todas las nueces, bellotas y piñones posibles.



Las horas pasaron volando entre risas y saltos felices mientras Lolilla iba acumulando alimento, cuando finalmente decidió que no tenía suficiente sitio para guardarlas en su nido, empezó a esconderlas, estaba tan emocionada que solo pensó en cavar agujeros.

Contenta alzaba sus pequeños brazos al cielo azul levantando su nuez, la tiraba como si fuera una pelota, para luego recogerla entre sus manos, luego la dejaba caer suavemente al suelo, y hacía con sus manitas un hoyo, y en esta pequeña hendidura hecha cuidadosamente debajo del sauce llorón junto al arroyo, escondió su nuez, aquí estará segura, y otra nuez estará segura debajo del gran roble cerca del prado.

Siguió trabajando todo el día y cuando tuvo hambre de tanto trabajar, se sentó en una rama caída, por la última tormenta de viento que estaba cerca del rio, se dispuso a preparar su mesa, que era una piedra estable, bien pegada al suelo, y otra más pequeñita para golpear la nuez y al partirla se la podía comer, también con sus grandes dientes mordía la piña, dándole vueltas para acabar con todas las semillas, y así hasta que se hartó de comer, después se acerco al arroyo de aguas cristalinas y sonoras mientras iba el agua saltando de roca en roca, y chapoteando alrededor, Lolilla se agachó para beber.

Cansada y contenta por no tener hambre ni sed, empezó a tener sueño, y se tumbó en la arena de la orilla del riachuelo, escuchando el susurro del agua, cando pasaba por las caídas ramas secas, pero como no era seguro dormir en ese lugar, cuando veía que sucumbí al sueño se fue a su nido, para dormir sin peligro, y allí cerrando ojos se quedó dormida como un tronco.

A la mañana siguiente tuvo hambre, y pensó que era Buena idea bajar de su árbol para ir a desayunar, y decidió ir a buscar su comida enterrada donde el día anterior había decidió esconderla.

Estuvo dando vueltas, y con sus manitas desenterrando donde pensaba que andaban sus nueces, pero nada, que no las encontraba, entonces, pensó que si la habían vigilado, por no tener cuidado y andar jugueteando con ellas como si fuera una pelota, seguro alguna otra ardilla, se las había quitado.

Entonces, decidió subirse a un árbol para intentar ver desde arriba mejor, y además se sentó en una rama de su árbol favorito para intentar recordar, donde podía haberlas metido, pero no había manera, no se acordaba de nada, pues menuda cabeza tenía doña despistada.

Así que decidió pedir ayuda a sus vecinos, y preguntando a la tortuga Tula, a la hurraca Paca, incluso le preguntó a un posible rival, al conejo Pascual, y Pipo le dijo que recordaba haberla visto hurgar cerca del arroyo y unas piedras, Tula que cerca del roble, le vio pasear, y con esas pistas, tampoco solucionó nada, seguía sin comida, después de tanto trabajo, menos mal que aún faltaba para la llegada del invierno, sino se moriría de hambre.

Después de muchas fatigas intentando recuperar sus nueces perdidas, apareció el Sabio Buho Don Otulio, que le llamó desde su árbol, pues era un búho muy observador, y desde esa altura y como podía girar su cuello entero, había oteado todo, y con su ayuda, consiguió saber donde las había dejado, y cuando llego el crudo invierno, todo estaba solucionado.


BukarteZ 2008