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miércoles, 23 de octubre de 2024

EL DUENDE Y LAS Estrellas (1.997) - BukarteZ

 



Me imagino que a más de un niño o niña, nos hubiera gustado o nos gustaría tener un amigo duendecillo con el que poder jugar.

Nuestro duende se llama Gota de Agua, tiene unos ojos muy grandes de color azul, con una mirada traviesa, y los pelos de color amarillo, que cuando les da el sol reflejan como si fueran de oro, siempre va vestido de rojo y como suele ir dando brincos el cascabel que tiene dorado al final de su capucha suena cada vez que baila o salta, es fácil saber por donde anda.

Gota de Agua es un gran dormilón y se pasa media vida soñando, ya sea dormido o despierto, por lo que no se sabe sí esto fue un sueño o realidad, el caso, es que contó, que había subido en una nube, y voló tan alto tan alto, que se salió al espacio, y desde allí pudo ver la tierra, con sus bosques llenos de animalillos, que tenían grandes árboles, y muchas praderas de color verde con miles de flores de todos los colores, con riachuelos y en ocasiones niños y niñas que corrían detrás de preciosas mariposas.

Sin embargo, no todo era verde, también había zonas de color marrón, con grandes ríos, cataratas y animales muy grandes como los elefantes o los hipopótamos.

En su viaje al espacio, aterrizó en un planeta en los que habitaban otros duendecillos, como él y que conocían como era el planeta tierra desde fuera, pues nunca lo habían visitado, Gota e Agua les contó como era en realidad la vida allí, lo que no sabía, es que esos duendecillos tenían un trabajo, muy importante, que era encender las estrellas por la noche, a Gota e Agua le entusiasmó que le invitaran a encender con ellos y le regalaron una pértiga que al final tenía un candil para poder llegar hasta las más lejanas.

Pasado un tiempo, Gota de Agua tuvo que regresar a la tierra, y esperó hasta que llegó otra gran nube, que parecía de algodón para llevarle de vuelta a casa, pero estando en la tierra, Gota e Agua empezó a sentirse triste, dejando de brincar y cantar por los pasillos del palacio. Ya no sonaba su cascabel dorado, no se oía su risa ni su canto, como hacía en otros tiempos, había conocido algo que era mucho mejor y además allí estaban sus hermanos, por lo que se sentía abatido.

Pasaba las noches sentado en el tejado el palacio mirando al cielo, pensando como en ese momento, sus amigos duendecillos, estaban enciendo las estrellas que se veían desde la tierra, y las lagrimas le caían por sus mejillas sonrosadas.

Los niños y niñas del palacio, que le encontraban por ninguna parte, y como no podían jugar con él, empezaron a buscarle, muy preocupados por saber que le había pasado, una noche que andaban merodeando por los jardines, vieron una pequeña silueta sentada en el tejado, salieron corriendo para subir y ver quien era, se pusieron muy contentos cuando se encontraron con su pequeño amigo, pero esa felicidad se volvió tristeza, cuando Gota de Agua les contó porque se sentía infeliz.

Como no querían verle triste, decidieron ayudarle para que volviese a ser un duendecillo alegre y vivaz, para que jugase con ellos, y después de pensar y darle muchas vueltas, decidieron que era mejor que volviese al planeta de los duendes, aunque dejasen de jugar con él, para lo que se pusieron manos a la obra, yendo a visitar al Rey de los Vientos, para contarle su problema que como eran tan poderoso podría ayudar al duendecillo.

El rey, escucho su relato y mandó llamar a su súbdito Gota de Agua, para que le contara sus anhelos, decidiendo ayudarle, para ello hizo llamar a una gran nube blanca como de algodón, y le dijo sube, que soplaré muy fuerte para satisfacer tus deseos volveré a enviarte a tu planeta, para que vuelvas con tus hermanos a encender las estrellas.

En ese momento, Gota de Agua, tuvo una mezcla de emociones, tristeza por no poder volver jugar con sus amigos del palacio, y por otro lado una gran alegría por poder volver a encender las estrellas, sin embargo, el rey que era muy bueno, le dijo, no te preocupes, cuando te sientas triste, puedes llamarme y volveré a enviarte una nube para que puedas volver a la tierra.

Gota de Agua se subió a la nube y poco a poco según iba subiendo, veía como todo se iba haciendo cada vez más pequeño hasta desaparecer, cuando llegó al planeta de los enciende estrellas, cuando llegó sus hermanos le hicieron una gran fiesta de bienvenida, estuvo viviendo una larga temporada allí, pero echaba de menos a sus viejos amigos de la tierra, entonces, visito al Rey del Viento, para ver como podía solucionar el asunto, y no era plan, tener al rey todo el día como si fuera un transportista, por lo que le dio una solución, que le pareció interesante.

Le iba a regalar una gran nube muy blanca y muy cómoda, para que se instalase en ella, situándola entre el planeta de los duendes y la tierra, desde donde podría ver los dos sitios y además regresar en ese algodón palacio, cada vez que lo deseara, o volver con sus amigos al planeta de los duendes, cada vez que quisiera.

Se subió a esa nube y según se iba a cercando a la tierra, Gota de Agua, no cabía de gozo, y batía sus manos, aplaudiendo, porque veía cada vez más grandes, los árboles, las montañas, los ríos, y poco a poco sus ojos aumentaban de tamaño al contemplar nuevamente esa maravilla de alfrombras verdes cubiertas de flores de colores, donde volvería a perseguir mariposas, cuando por fin la nube le dejó en el suelo se tumbó en la hierba para oler su fragancia y perderse entre sus flores.

Nuevamente jugó, saltó y brinco con los niños y las niñas, hasta que pasadas su vacaciones, con su nube mágica volvió a su planeta para encender las estrellas.

A partir de ese momento pudiendo hacer escapadas entre la tierra y el espacio, nunca más volvió a estar triste y su cascabel jamás dejó de tintinear.


BukarteZ 1997

EL ZORRO ENAMORADO DE LA LUNA –BukarteZ

 


Listo era un animal esbelto y ágil, con un pelaje anaranjado brillante que resplandecía bajo la luz de la luna. Sus ojos eran astutos y curiosos, llenos de una chispa vivaz que mostraba su inteligencia y su espíritu aventurero. Su cola espesa siempre se movía sutilmente, como si marcara el ritmo del viento.

Vivía en un hermoso bosque, cerca de un gran lago por donde merodeaba cada noche, cuando el sol se ocultaba y la oscuridad cubría su hogar, Listo paseaba junto al lago que era a la vez sereno y majestuosamente hermoso.

Sus aguas reflejaban el cielo estrellado junto con las suaves olas causadas por la brisa nocturna. Alrededor del lago crecían frondosos árboles que susurraban secretos al viento, creando un ambiente mágico repleto de misterio y tranquilidad, donde se reflejaba la luna brillante como si fuera una joya en medio del agua, en noches claras.

la superficie del agua brillaba como un espejo plateado, capturando cada destello de la luna, embrujando a todos aquellos que lo miraban.

Listo había comenzado a enamorarse de ese resplandor plateado, sintiendo su luz acariciar su pelaje anaranjado, la luna parecía entenderlo, moviéndose suavemente, con el vaivén de cada ola del lago mientras él la miraba embelesado, que bonita estaba, cuando se bañaba.

Una noche fresca y agradable, el zorro al contemplar esa visión deslumbrante, quedó mudo, cuando estaba mirando el reflejo de la luna, y desapareció a medias o aparecía entera, pero , de repente, miró arriba, y no estaba allá en lo alto, Listo se preguntaba, sí estaría ahogada, el no se había dado cuenta que una nube gris, la tapaba, y cuando el viento la  movía movida, la luna poro a poco desaparecía, y volvía a aparecer, pero una de las veces no volvió.

Desesperado por salvarla de aquel manto gris oscuro que había cubierto el lago, el valiente zorro decidió hacer algo audaz, y se tiró agua, mientras que con el chapoteo el agua del lago, a veces se le veía, y otras no, pero el estaba dispuesto a salvar a su amada luz lunar.

Notó cómo el reflejo desaparecía lentamente tras las ondas formadas por sus movimientos, la busco y llamaba a gritos; pero pronto se dio cuenta de que ya no podía encontrarla, pensando lo peor, creyendo que ella se había quedado atrapada para siempre bajo las aguas profundas.

Listo dejó de nadar y empezó a hundirse lentamente entre los murmullos del silencio nocturno, quería ser tragado por esa sombra negra, sin embargo, antes de perder toda esperanza, el zorro cerró los ojos, y flotando subió a la superficie, cuando abrió nuevamente los párpados, mirando al cielo, vio la luz sobre sí mismo, era un brillo radiante, provenía de la luna, que iluminaba todo a su alrededor, y se preguntaba, como se había salvado y subido otra vez, allá arriba.

Bukartez 2008

martes, 22 de octubre de 2024

SIMÓN EL CAMALEÓN - BukarteZ

En la selva amazónica, cerca del río Amazonas, había un lugar, donde vivían todas las iguanas, de todos los tamaños, entre sus grandes árboles, que no dejaban pasar el sol a la tierra, de los frondosos que eran, allí arriba solo se oía el rumor del agua y el murmullo del viento entre sus hojas, los gigantes árboles tenían una bruma en lo alto de las copas, a modo de boinas. Los árboles susurraban secretos al aire, entre esas ramas, donde habitaban los curiosos camaleones, vivía un camaleón llamado Simón, a diferencia de los demás camaleones, cambiaban su color, según el lugar donde se colocasen, pero el pobre Simón, tenía siempre el mismo tono verde apagado con unas manchitas marrones, que apenas se distinguían.


El pobre camaleón, estaba muy triste porque no podía cambiar su color, y apenas de su rama, los otros camaleones venían a buscarle para jugar, pero no se movía de su rama, solo estiraba su larga lengua para cazar alguna mosca, anhelando tener un vibrante y hermoso color.

Un día llegó a sus oídos, que en una montaña lejana multicolor, vivía el Hada Arcoíris, y una mañana soleada y fresca, decidió emprender su aventura, para ir en busca de ese hada tan famosa, como todas las hadas pueden usar su magia, y hacer cumplir deseos, estaba entusiasmado con poder hacer realidad su sueño, y comenzó su largo viaje.

Tras andar durante días, colgándose con su cola de rama en rama, llegó por unos senderos serpenteantes a un río, en el que había un puente de piedra, con aguas cristalinas donde nadaban peces dorados, y había sapos. Simón le preguntó al sapo Ramón, que si había escuchado hablar del hada Arcoíris, indicándole el camino que debía seguir, y después de varias horas, llegó a las faldas de la montaña multicolor, que ya la venía viendo desde lejos, cuando los rayos del sol la iluminaban.

De repente, un gran gruñido surgió de las entrañas de la montaña, pues allí vivía Drako, el dragón guardián de la montaña, era tan grande como 5 árboles gigantes, que abriendo sus fauces, lanzó una llamarada, le brillaron las escamas, como rayos de sol.

Simón muerto de miedo, se escondió detrás de una roca, de donde salió una salamanquesa, que le advirtió, que no era tan malo como parecía, que solo pretendía asustar a los forasteros, pero si le hablaba con delicadeza y le contaba sus necesidades, Drako le ayudaría en lo que fuera menester.

El dragón con una voz profunda y con un rugido, le preguntó, que quien osaba molestar, el pobre camaleón, temblando de miedo, y con una vocecita apenas se le oía, le dijo, que se llamaba Simón, que tenía un gran problema y necesitaba la ayuda urgente del Hada Arcoíris, y por razón había llegado a la montaña, Drako sorprendido de la valentía del pequeño animal, y su noble corazón, nadie había tenido tanto coraje como como él para llegar hasta allí, pero solo le llevaría a la presencia del hada si lograba resolver tres acertijos antes de ponerse el sol.

El primera adivinanza, era fácil, consistía en saber quien tenía tres patas, cuatro por la mañana, dos por la tarde y tres por la noches, Simón, rápidamente contesto que era el ser humano, y no le hizo falta que pasara ni cinco minutos para responder.

Drako, sorprendido le preguntó la segunda adivinanza, que decía así, blanco es mi color favorito cuando estoy calmando, rojo brillaré si me hacen enfadar, azul cuando busco ayuda, este era un poco más difícil y hasta después de la hora de comer, Simón no pudo contestar, pero le dio la respuesta correcta, le dijo es una vela.

El dragón, estaba impresionado, con lo listo que era aquel bichejo, que además, por su aspecto parecía de su familia, era un saurio, con un gruñido suave, sonrió ligeramente mientras daba vueltas sobre sí mismo, aún receloso de dejar entrar a Simón, veía que no le quedaba otra que permitir la entrada.

Finalmente llegó la tercera y la más difícil, que decía Cuanto más quito más grande se hace. Simón no se daba por vencido, se situó en una roca a tomar el sol de la tarde, le quedaba poco tiempo, pues el sol poco a poco se iba escondiendo, y de repente, miró a la cueva del dragón, y le gritó, la respuesta es un agujero.

El dragón, tuvo que dejarle entrar por la cueva, y al deslizarse llegaron a un cañón que cruzaba toda la montaña, a lo lejos, ya podía ver el castillo, como iba tan lento, Drako, dijo, que se subiera a su lomo, se agacho y extendió unas grandes alas, que salieron volando, haciendo mucho ruido en un segundo, le bajo al suelo en las escaleras, y volvió a su trabajo de guardián.

El Hada Arcoíris le estaba esperando en la gran puerta, era preciosa, de colores brillantes, que casi molestaban a la vista como sí fueran los rayos del sol, le hizo pasar a una gran sala con un trono dorado y unos asiento alrededor, Simón, le contó sus desdicha y ella sacando su varita mágica le concedió el deseo de ser como el resto de sus congéneres.

Simón, se lo agradeció mucho, y sintió una felicidad que nunca había experimentado antes, cuando volvió a la selva, iba saltando por las flores para ver como iban cambiando sus colores , pasaba de un verde vibrante, al rojo fuego, o amarillo con el oro, o marrón como los troncos de los árbol.

Al llegar a sus árboles, todos se quedaron boquiabiertos por su transformación, y querían saber cómo había conseguido ser tan deslumbrante, muy contento se sentaron todos a escuchar su aventura y compartió sus experiencias sobre el dragón Drako y el Hada Arcoíris.

BukarteZ - 1998

MALAPATA SE ACATARRA -BukarteZ

 


Nuestro viejo amigo el pirata Malapata, conocido no solo por su destreza en alta mar, sino también por su torpeza, un día, se despertó con una terrible tos, que hacía temblar hasta a las velas del barco, como estaba siempre en mar, había mucha humedad y se pilló un catarro muy grande, y en ese momento se acordó de la bruja Curuja, que le había pedido vivir en el trópico, y ahora entendía el porque.

Menudo catarro tenía, hasta el loro no se quería poner en su hombro, por la molesta tos, lo había pillado porque hubo una tormenta muy grande, y como se mojó tanto, el frio se le me metió hasta los huesos.

De modo, que puso rumbo hacia la isla donde había dejado a la bruja señora Curuja viviendo, la que ella bautizó con el nombre de “Isla Malapata” porque ella tenía el poder de crear pociones mágicas capaces de curar cualquier mal, o enfermedad ella sanaba.

Parece que el pobre pirata no estaba en racha, y zarpó para tener una aventura, y vaya que si la tuvo , y bien grande, tan mala suerte, que se encontró con desafíos inesperados, era una gran tormenta furiosa y como removió tanto el mar, de las profundidades salieron unos monstruos marinos, que jamás había visto y que atacaban el barco, con lo bonito que lo tenía, estaba preocupado no se hundiera, por fin, pero al final como no pudieron volcar la goleta, se fueron, y después de muchos días sin ver tierra, por fin llegaron a la isla después de muchos días difíciles.

Dejó el barco fondeado, y con su loro al hombro se dispuso a llegar a la playa, cuando se acercaron a la casa de la señora Curuja, allí no estaba, pues ahora a la mujer, le había dado por los viajecitos.

Así que se volvió a su barco, con esa tos de perro, para esperar que volviese la bruja, menos mal, que en ese lugar el tiempo siempre era bueno, y hacía calor, una tarde que andaba el pobre pirata en su cama con fiebre, tocaron a la puerta, toc .. toc.. y enseguida el pensó , que no podía ser otra que su amiga.

La bruja al otro lado de la puerta le preguntó, "¿Qué te trae hasta aquí, pirata?" preguntó la señora Curuja con su voz de cazallera.

El señor Malapata le invitó a entrar al camarote, y le explicó su enfermedad, estaba en la cama muerto de frio pro la fiebre tan alta y sudando como un pollo, además de esa tos tan fea, suplicando ayuda a la bruja, para que le curase, que por culpa del mal tiempo, se encontraba así, la bruja sonriendo y enseñando su único diente, le dijo que a ella se lo iba decir, lo que pasa con el frío.

El señor Malapata, fue a la isla con su loro en su chinchorro, mientras la señora Curuja en su cocina, con su bastón mágico, daba vueltas a un caldero que tenía al fuego, lleno es una especie de caldo verdoso, con burbujas del que salían patas de rana, arañas, a cada vuelta que daba con su bastón; cuando estaba ya el caldo acabado, le sirvió un vaso medio roto y sucio con el brebaje, y le dijo que se lo bebiera de un trago.

El pirata sin pensarlo, se lo bebió, como ella de había dicho, e inmediatamente sintió cómo un calor le recorría todo su cuerpo y pasaba por sus venas, aquello según bajaba por su garganta iba mejorando y lo notaba, al poco tiempo, ya estaba curado, no le dolía la garganta ni tosía y menos aún tenía estornudos o fiebre.

Pasó varios días en su goleta, fondeada en la isla, hasta que se encontró totalmente recuperado, se dio un paseo por el lugar, y ya que estaba andaba por allí, se llevo algo de valor de su arca escondida, para pasar otra temporada, sin atracar barcos.

La señora Curuja, le dijo que ella volvería a marcharse de viaje, pues como ya no le dolía nada, por lo que podía seguir volando con su escoba mágica y su gato, sin necesidad de aterrizar cada quince minutos, ya no le dolían los huesos.

El señor Malapata, zarpó nuevamente, con la energía renovada, perdiéndose en la lontananza, ya volvía a tener ganas de pasar nuevas aventuras, sin olvidar de llevarse la pócima mágica que la señora Curuja, le había regalado, por si volvía a enfermar, pues curaba cualquier clase de mal.

Y así la señora Curuja y el señor Malata, cada uno en su transporte se alejaron por el horizonte.

BukarteZ  2024



lunes, 21 de octubre de 2024

LA AVESTRUZ MARÍA JESÚS - BukarteZ


En la cálida sabana, donde las hojas susurraban al viento, vivía una avestruz llamada María Jesús, muy amistosa y simpática, con buenas ocurrencias para la diversión, y siempre estaba inventando algo.


Era conocida por ser la más rápida y elegante corriendo entre todos los animales, siempre corría, muy estirada mirando hacía delante para llegar a la destino lo antes posible, a todas partes iba corriendo, le gustaba la velocidad.

Como la Sabana siempre andaba todo el mundo ansiosos y estresados,  "por si me comes o te como, te cazo o me cazas".

 Un día, se levantó optimista y con ganas de organizar algún evento, donde todos pudiesen participar, decidiendo retar a su amigo el borrico Zacarías, que siempre andaba contento y rebuznando, que seguro que se apuntaba, para pasar un día de divertido, él sabía que no tenía nada que hacer contra su amiga, en las carreras, pero como era un juego, aceptó encantado, lo que querían hacer, era jugar.

El sol brillaba en lo alto del cielo azul mientras todos los animales se reunían cerca de un camino lleno de emociones, para pasar un buen rato, todos en armonía, pues a veces la vida allí, era demasiado intensa y acelerada.

llamaron a las elefantas, para que pisando crearan una pista, la hicieron bien ancha, y aunque trabajaron duro, seguía siendo polvorienta, el camino que usaron, era el suyo habitual donde iban a comer, por lo que estaba rodeada de grandes baobabs, cerca de las acacias que ofrecían sombra, y era el lugar preferido de los leones para su descanso.

A lo lejos se podía ver un lago donde andaban los cocodrilos tomando el sol, mientras esperaban alguna presa, que fuera a beber.

María Jesús sabía que ella era más rápida, pero retó a Zacarías, diciéndole a ver quién era más rápido, con una sonrisa amplia en su cara plumosa, aunque todos sabían que un burro no podría igualar la velocidad natural de una avestruz que corre a 69 km/h y un burro a 50 km/h, que tampoco está nada mal.

Los encargados de dar inicio a tan divertido evento eran dos criaturas muy queridas en la sabana; Tiko el babuino y la vieja la tortuga Veloz, la más sabia de todos, por lo que eran los mejores por sus habilidades, para organizar la carrera.

La cabeza pensante, de como se debía organizar roda la fiesta, por supuesto fue la vieja Veloz, que según decían, tenía más de 300 años.

Tiko, estaba subido sobre un baobab, dando instrucciones con mucho entusiasmo, mientras daba piruetas, por las ramas para animar a todos, y gritaba, avisando que faltaba poco para empezar, para que ese colocaran en sus sitios.

Los demás animales estaban muy entusiasmados, la jirafa Twiga la bailarina, estiraba su cuello curioso tan alto como un árbol para observar todo atentamente; un grupo de monos saltaba a su alrededor haciendo bromas, a la pobre jirafa.

Mientras tanto, el león don Leandro, profesor de baile, se acomodaba bajo la sombra de su acacia preferida, para disfrutar del espectáculo con aire regio, estaba pensando, si al acabar la carrera, montar un bailoteo.

Zacarías, Con toda su fuerza acumulada tras días entrenando al lado del estanque y practicando la mejor de sus salidas, mientras le miraban atentamente sus amigos los pájaros cantores, empezó a  calentar sus patas y pezuñas, para no tener ninguna lesión.

Cuando todos estaban ya sentados y atentos, el mono Tiko, moviendo los brazos como si fuera un molino de viento, y con aires de juez olímpico, dio la salida, arrancando, la carrera al grito de ¡ya!.

María Jesús salió disparada como una flecha, gracias a sus largas patas ágiles, su cuello recto y estirado, en una carrera elegante, marcando el ritmo con golpes firmes de sus pies, contra el suelo caliente.

Mientras tanto, Zacarías, salió a su ritmo, sin prisa, pero sin pausa y avanzaba al galope, pero seguro con esa nobleza propia e inigualable que solo él poseía; cada paso que daba, sus pezuñas resonaban dulcemente como tambores alegres, marcando el ritmo en aquella maravillosa mañana africana.

María Jesús,tan rápida como rayo corría  hacia adelante, mirando orgullosa de reojo hacia atrás, para saber donde andaba su amigo el borrico.

Cuando le veía, le preguntaba a gritos que como iba, se lo decía de broma, pero el podía  llevaba un buen ritmo, de modo que no iba a hacer el rdículo, pero  tampoco, lo iba a permitir su amiga.

Zacarías sonrió y rebuznó de contento, pues iba contagiado  por el espíritu de alegría y diversión que se respiraba en el lugar, contestando a María Jesús, que le 
le estaba dando espacio, para no dejarla mal, y seguía a galope, todo lo rápido que podía, pero firme y decidido.

Todos los que allí estaban, gritaban animando a los participantes, 
viendo la gracia que tenía María Jesús y la alegría y el buen humor de Zacarías, aplaudían a ambos por igual.

La carrera comenzaba a tomar forma, y la avestruz iba sacando una ventaja considerable, a cada paso daba una muestra de su velocidad, sus plumas blancas relucían al sol como un destello, empujándose enérgicamente sobre el terreno seco.

Zacarías no se quedaba atrás, él era más lento, pero iba a por todas y corría a galope como si de un corcel se tratara, aunque avanzaba más despacio,  seguía con determinación  disfrutando del camino.

era feliz viendo cómo todos los demás le apoyaban, incluso algunos los suricatos, se pusieron de pie y comenzaron a bailar al ritmo de sus propios corazones por ver al burrito tan valiente.

María Jesús miró hacia atrás y vio como Zacarías, se estaba quedando lejos, decidió bajar la velocidad, pues se trataba de un juego entre amigos, no era cuestión de humillar a su rival.

Como le estaba esperando, vio como se acercaba  Zacarías con esa sonrisa inconfundible, no había otros dientes como esos en toda la abana, tuvo que 
frenar unos segundos más para esperarlo, todos sabían que jamás un burro ganaría a una avestruz, pero era divertido.

Entonces la vieja tortuga Veloz, se acercó al mono Tiko susurrando, para comentarle lo rápido que era Zacarías, aún siendo un burro, en comparación con una avestruz.

Veloz, sabía que cada uno tenía sus propias cualidades, y el estilo no era lo importante, lo mejor de todo era como estaban disfrutando en paz y armonía.


Con una mirada cómplice entre los dos competidores, decidieron seguir juntos al galope al ritmo que marcaba Zacarías, que era el más lento,  y a esa velocidad, cruzaron la meta.

No habiendo ganador, pero si un ejemplo de compañerismo, amistad y nada de egoismo.

Los gritos de los asistentes, estaban al máximo nivel cuando ambos saludaron a todos.  Todo lo habían hecho por pura diversión, y don Leandro organizó, en un momento la fiesta para celebrar la amistad.

Lo importante no es ganar sino participar, y cada un, con sus características y capacidades diferentes.

BukarteZ - 2024