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miércoles, 1 de octubre de 2025

EL HADA DEL ACEBO; LA HISTORIA DE IVORY - BukarteZ

 EL HADA IVORY Y SU ACEBO - BukarteZ




Había una vez, En un rincón escondido del bosque, donde la brisa cantaba con voz suave y los rayos del sol jugaban a pintar manchas de luz en el suelo, se alzaba un acebo muy especial.


Sus ramas siempre estaban verdes, sus hojas parecían coronas con puntas brillantes, y entre ellas vivía un hada diminuta llamada Ivory.


tenía una pequeña casa que en algún tiempo había sido una linterna, era  cuadrada con cristales de colores, donde alguna vez hubo una vela que iluminaba el camino y ya estaba olvidada.


Ivory tenía alas transparentes que relucían con tonos azulados y dorados cada vez que batía en el aire. Sus ojos reflejaban la calma del bosque, y su risa sonaba como campanillas de cristal.


Sin embargo, lo más asombroso no era su belleza, sino el milagro que ocurría en los alrededores de su hogar: las semillas del acebo cambiaban de color con el paso de las estaciones.

en otoño comenzaban los cambio. ¡ya empiezó la transformación! —susurraba cada mañana para sus adentros, mientras acariciaba con sus pequeñas y delicadas manos las ramas.


Primero, las semillas eran verdes, tan frescas como gotas de rocío escondidas en las hojas.


Después, poco a poco, se volvían doradas, brillando como el sol atrapado en un pequeño círculo.


Y finalmente, cuando llegaba el invierno, se teñían de un rojo intenso, encendiéndose como farolitos en la penumbra del bosque.


Ivory adoraba aquel ciclo de colores y lo celebraba con un ritual muy especial: fabricar su propia ropa con regalos del acebo.


Con las hojas recortaba faldas puntiagudas; con hilos de telaraña cosía costuras invisibles; y con las semillas más brillantes hacía botones que resplandecían como joyas.


Así, en primavera vestía de verde, en verano de dorado, y en invierno de rojo encendido.


—El bosque me viste y yo lo cuido —decía con orgullo, girando en el aire para que su vestido chispeara con la luz.


Un día, el viento del norte sopló con tanta fuerza que las ramas del acebo crujieron y varias semillas rojas cayeron al suelo, rodando como pequeñas chispas de fuego.


Ivory bajó rápidamente, preocupada:

—¡Oh no! ¿Y si mi querido acebo pierde su magia?


Pero al acercarse descubrió algo maravilloso. Allí donde caía una semilla, brotaba un retoño nuevo de acebo, con hojitas tiernas que parecían sonreír al cielo.


—¡Es un regalo escondido! —exclamó el hada, dando palmaditas de alegría—. ¡Las semillas no desaparecen, se convierten en vida!


Desde ese día, Ivory se convirtió en la guardiana de las semillas. Cada vez que el viento las soltaba, ella las recogía con cuidado y las sembraba en rincones ocultos del bosque.


Les cantaba canciones suaves, las acariciaba con polvo de hada y esperaba pacientemente a que se convirtieran en nuevos arbolitos.


Así, gracias a la dedicación de Ivory, el bosque nunca dejó de brillar en tonos verdes, dorados y rojos. Quien caminaba por allí podía sentir un aire distinto: una mezcla de magia, ternura y esperanza.


Dicen que, si algún viajero tiene la suerte de detenerse junto a un acebo en pleno invierno, puede escuchar una risa suave como campanillas entre las hojas, y si por casualidad prestase atención, podría descubrir un destello plateado entre las ramas: es Ivory, el hada del Acebo, cuidando de su bosque encantado, pero jamás vería su casita lámpara, pues con su magia la hacía desaparecer.



BukarteZ - Septiembre 2025



miércoles, 24 de septiembre de 2025

EL BOSQUE DE LOS COLORES DE OTOÑO - BUKARTEz

 EL BOSQUE DE  LOS COLORES DE OTOÑO

(BukarteZ)


 Había una vez un bosque, que cuando pasó el verano se convirtió en otoñal.

Era un bosque de árboles altos y antiguos, y cuando iba a comenzar el otoño, éste,  avisó de su llegada con el aire,  que poco a poco, comenzó a soplar y a soplar y se podía sentir una suave  brisa que anunciaba la llegada inminente del otoño, con ese viento suave y fresco. 

Las hojas verdes comenzaron a pintarse de naranja, rojo y dorado. cuando comenzó a soplar el aire, las hojas de los arboles caían despacio y suave flotando como si se tratase de una coreografía y estuviesen bailando.

Los brillantes colores que habían tenido todo el verano  y que habían sido la alegría del bosque, comenzaron a convertirse en colores apagados y tristes. 

las hojas secas; rojas, amarillas, ocres y alguna despistada verde, rodaban por el suelo al son de la brisa.


La ardillita Lila con su peueña bufanda y su cestita, corría y saltaba entre las ramas, sorprendida por los cambios.

—¡Qué bonito está todo! —dijo mientras recogía bellotas y nueces, colocándolas cuidadosamente en su cesta.









En medio de los hayedos Un erizo sonriente hacía  una montaña de hojas para jugar saltando sobre ellas y se las lanzaba encima. Las hojas volaban  a su alrededor como un torbellino de colores.

—¡Qué divertido es el otoño! —rió Tomás, dejando que las hojas le cayesen  alrededor de sus púas, quedándose alguna pinchada en su lomo.





Mientras tanto, en la colina, Una lechuza blanca, que se llamaba Clara,  posada en la rama de un árbol sin muchas hojas, observaba atentamente como los demás animalitos trabajaban en el fondo del bosque.

Clara miraba como la ardilla guardaba las semillas en su cesta, mientras que el  erizo jugaba con las  hojas, dándose cuenta que todos los animales estaban contetos y preocupados por lo que se avecinaba,  algunos guardaban comida, otros se preparaban para el frío, y Ella dijo con voz baja para sí, con pensamiento de sabia:

—El otoño es un regalo. Nos enseña a prepararnos y a disfrutar de la belleza de cada momento.

Al caer la tarde, el bosque se llenó de tonos dorados y  Los tres animalitos sin darse cuenta, se habían reunido para mirar el cielo iluminado por el atardecer.

La ardillita:  Lila, el erizo: Tomás y la lechuza: Clara se sonrieron cuando se miraron y  Los tres se hicieron amigos.  Sentados juntos, miraron el horizonte de color azul rojizo entre un fondo lleno de árboles de colores.

El otoño había llegado, y con él, una nueva aventura en el bosque.
Ellos estaban contentos de haberse conocido y los tres habitantes del bosque disfrutaron de su compañía en un atardecer otoñal con cielo naranja y dorado.





Septiembre'25
BukarteZ


miércoles, 3 de septiembre de 2025

LA DRAGONA TRAGONA, LUMA - Bukartez




En un valle esmeralda, donde las flores cantaban melodías al viento, vivía Luma, una dragona joven con escamas brillantes como amatistas. No le gustaba el carbón ni los caballeros; Luma soñaba con el arcoíris, poruqe creía que en ese lugar estarían todos los dulces que se pueden imaginar con los colores del arcoiris.

Por esa razón otros animales fantásticos la llamaban la dragona traGona, aunque la verdad es que como no lo conseguía nada se comía.



Un día, tras una tormenta juguetona, el arcoíris se posó cerca del prado donde estaba estasiada mirando al cielo, con ojos chispeantes, miró al arcoíris e imaginó quee olía a fresas silvestres y abrió sus fauces  Sin pensarlo dos veces, ¡Ñam! Luma quiso mordisquear el color rojo, y se mordió la lengua, la pobre se quedó pensativa, que podría haber pasado.



Pero, ¡oh, sorpresa! El arcoíris no era se comía pero en ese intento, se tragó Cada color, y esos colores le otorgaron un poder especial; en lugar de fuego escupia colores.

el rojo la hizo valiente, el naranja la volvió juguetona, el amarillo le dio sabiduría.

Luma, ahora más dragona que nunca, usó sus nuevos dones para proteger el valle, creando amistades entre todos sus habitantes y sembrando alegría por donde escupía.

Y así, la dragona tragona que soñaba con el arcoíris se convirtió en la guardiana mágica de un mundo de ensueño.



Bukartez'25